jueves, 17 de noviembre de 2016

“Las palabras de Gallegos 68 Años después”...


Desiderátum Apureño.
Por: Oscar Adolfo Alvarado.

     Para muchos ciudadanos existe el concepto, o la creencia más bien, que la historia de la humanidad es una especie de noria gigantesca cuyo perenne girar va mostrando eventos o hechos que se repiten tercamente una y otra vez, por el dictamen del arcano del tiempo. Otros la consideran la consecuencia de eventualidades o sucesos fortuitos, imprevistos o casuales donde ningún mortal puede incidir para modificar su curso y mucho menos decidir el sendero por donde ella debe hacer transitar la existencia humana; sin embargo, para quienes la asumimos como ciencia, la historia es una hechura exclusivamente humana que nos muestra y permite estudiar y comprender profundamente el pasado, permite entender el presente y posibilita tomar decisiones con miras al porvenir. Es por tanto, que los apasionados por la historia tratamos de difundirla en las nuevas generaciones para contribuir con acierto a ilustrarlas, así ellos mismos pueden utilizar su lumbre para tener criterios propios sobre los acontecimientos contemporáneos en la sociedad que forman.

     Pues bien, este 24 de Noviembre 2016 se cumplen 68 años del derrocamiento del Presidente venezolano Rómulo Gallegos, quien había salido victorioso en las elecciones del 14 de Diciembre de 1947, las primeras realizadas de forma universal, directa y secreta, con la participación de hombres y mujeres, letrados y analfabetos, sin distinciones ni exclusiones de índole social, donde además se eligieron también Senadores y Diputados. Duró entonces muy poco Rómulo Gallegos en el mandato presidencial y fue cortísima la experiencia civilista de la democracia venezolana, asediada por conspiraciones y golpes militaristas, pues ya venía de varias experiencias negativas, siendo la del 18 de Octubre de 1945, contra el Presidente Medina Angarita, la más reciente.

     De ese derrocamiento deviene otra larga noche de opresión contra el pueblo, pues los de los Tres integrantes de la Junta Militar de Gobierno instalada el 26 de Noviembre de 1948, formada por los Tenientes Coroneles Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, es Marcos Pérez Jiménez quien pasa a dirigir la Defensa Militar del país y luego se convertiría en Dictador hasta ser derrocado el 23 de Enero de 1958.
     Los intríngulis del Golpe de 1948 han sido explicados con bastante descripción en diversos trabajos de investigación, algunos como es obvio marcando tendencias o tratando de justificar hechos bochornosos, tales como la conducta zigzagueante y ambivalente de Rómulo Betancourt, al punto que algunos llegan a decir con sobradas razones que: “Los militares del 45 que cohabitaron con los civiles en el derrocamiento de Isaías Medina Angarita. Ahora- arrebataban el Poder democrático al primer Venezolano electo, por votación, directa, universal y secreta.” Sin embargo, es el propio Rómulo Gallegos quien mejor ilustra los hechos, en el mensaje al pueblo venezolano luego de ser derrocado. Entre muchas palabras dice lo siguiente:

“… al dejar el territorio de la Patria no quiero dirigirme al pueblo en formas altisonantes de alocuciones para pedirles sacrificios en la defensa del derecho que se le acaba de arrebatar, sino para invitarlo a reflexionar sobre el verdadero sentido del acontecimiento que se acaba de producirse, porque es un dramático momento de su historia, este que atraviesa Venezuela.”  Más adelante explica sus criterios sobre la conducta de los militares en diatriba con los civiles, para entonces asegurar: “Paralelo a ese antagonismo entre el poder civil y el poderío militar que tiene en Venezuela carácter histórico, venía desarrollándose y acentuándose el que se planteaba entre los tenedores de las fuerzas económicas más poderosas del país y la política de democratización de la riqueza y de justa remuneración del trabajo que por medio de créditos fáciles y baratos, en auxilio del pequeño industrial, del campesino y del obrero necesitado de vivienda propia, mediante una justa aplicación de la Ley del Trabajo amparadora de las legítimas reivindicaciones obreras, iba firmemente adelantado mi Gobierno Constitucional.”

     En esas palabras gallegos define como el interés económico de los grupos se sobreponía al interés colectivo del pueblo, es por tanto que puntualiza como para no dejar dudas lo siguiente: “Poderosas fuerzas económicas las del capital venezolano sin sensibilidad social y, acaso también las del extranjero explotador de la riqueza de nuestro subsuelo del cual no era dable esperar que aceptase de buen grado las limitaciones que les hemos impuesto en justa defensa del bienestar colectivo con el aumento de sus tributaciones al fisco nacional y con la determinación de no continuar prodigando nuevas concesiones petroleras que han de ser reservas de la riqueza del porvenir de Venezuela, han sido ellas- no vacilo en denunciarlas, repito- las que han inflado la gana tradicional de poderío que alimentaban los autores del golpe militar hoy victorioso.”

     Como podemos notar en esas aseveraciones del propio protagonista afectado, las circunstancias en la intención de los poderosos para controlar el poder político en provecho de las minorías tiene sus particularidades comunes ayer y hoy; veamos las palabras de Gallegos, militante de aquella Acción Democrática, no del Partido Comunista, decía él:    

“Pero hoy todavía algo más que Venezuela o Hispanoamérica entera deben saber. Aquí ha ocurrido un acto más de la tragedia que en nuestra América viene ya produciendo la democracia. ¿Quién maneja esta máquina de opresión que ya se ha puesto en marcha sobre nuestro continente? ¿Qué significa la presencia constatada por personas que me merecen fe absoluta de un agregado militar de embajada de potencia extranjera en ajetreos de cooperador y consejero en uno de los cuarteles de Caracas mientras se estaba desarrollando la insurrección militar contra el Gobierno Constitucional y de puro legítimo origen popular que yo presidía?” y casi al concluir su mensaje asevera tácitamente:  

“No ha sido, pues, tal insurrección un accidente de nuestra vida política, de suyo propicia a las conmociones de este género, sino un síntoma más sobre la América de nuestra lengua y de nuestro espíritu, de algún propósito prepotente de impedir que nuestros pueblos afirmen su esencial característica democrática y desarrollen libremente su riqueza para obtener su independencia económica, a fin de que no puedan decidir su propia suerte histórica como pueblos soberanos.”

     Hasta aquí dejamos el trabajo, pues ya excedimos el espacio, pero invitamos a los jóvenes particularmente para que se adentren aunque sea un poquito en la lectura y el estudio de ese hecho histórico que sin duda les permitirá dilucidar circunstancias actuales que tienen el mismo origen y las mismas intenciones. (Santa Rosa, Biruaca, 24/11/2016),

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