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jueves, 28 de enero de 2016

El Peso de la Corrupción…


Desiderátum Apureño.
Oscar Adolfo Alvarado.
     Sin duda que la actual situación económica de nuestro país tiene sus efectos más severos hacia los sectores populares, es decir, la gente pobre del campo y la ciudad. Son ellos quienes más sufren las consecuencias de la perversidad del acaparamiento, la escasez y el contrabando de extracción, que a su vez inducen carestía, especulación e inflación; eso lo sabe hasta el más ingenuo y con tal afirmación no estamos descubriendo la forma de entibiar el agua. Sin embargo, todos esos fenómenos han tratado de ser combatidos infructuosamente por las distintas instancias de gobierno, desde la administración nacional, pasando por las regiones y Municipios, hasta las organizaciones comunales, han intentado y ensayado cualquier método para hacer llegar los alimentos e insumos generales a la población pero no han logrado resolver sustancialmente el problema, lo cual ocasionó la obvia crispación general de ánimos y produjo el pasado 6 de Diciembre, una pesada derrota política al gobierno. 
     La mayoría de la población desea que pueda ser resuelto el problema del acceso a los alimentos e insumos generales, incluyendo las medicinas que son muy necesarias, pero aunque el Gobierno hace los máximos esfuerzos por importarlos y aumentar la producción nacional, cuando todo ello entra en las cadenas de distribución se desaparece un importante porcentaje y la dificultad parece agudizarse. Obviamente que todo el asunto tiene un trasfondo político y se enmarca dentro del ataque sistemático y multifacético que existe contra Venezuela por parte de las naciones que controlan el sistema financiero internacional, particularmente los precios del petróleo, con los norteamericanos a la cabeza, quienes necesitan derrocar al gobierno venezolano para regresar cómodamente con sus empresas transnacionales a apoderarse de la importante renta petrolera que nuestro país puede generar, la cual hoy han logrado mermar haciendo caer estrepitosamente el valor del crudo para que el ejecutivo venezolano no tenga los recursos que permitan paliar la crisis económica y sus consecuencias sociales y políticas.   
     En tales circunstancias los economistas exponen las mil y una causas, así como exteriorizan igual cantidad de posibles soluciones, entre las cuales los más extremistas incluyen condenar al Presidente, su Gabinete, los Gobernadores y Alcaldes a la Guillotina. Sin embargo; si bien es cierto todo lo anterior, no menos cierto es que todo el problema tiene un elemento interno de mucho peso y de difícil levante por lo extendido que se hizo, me refiero a la corrupción, esa abominación que se convirtió en epidemia y de corrupción administrativa degeneró en corrupción generalizada. Es impresionante como centenares de funcionarios y personas comunes se nutren de las corruptelas y hasta se atreven a esgrimir su derecho a cometerla porque un superior lo hace, es decir, justifican el delito como legal con el pretexto que su jefe o un gobernante lo está haciendo. Algo así como aquella desgraciada frase que una vez escuché: “Los adecos son mejores porque roban y dejan robar”, vaya usted a saber tamaño descaro.  
     Es realmente indignante como algunos funcionarios de la administración pública, incluyendo Policías, Guardias Nacionales, funcionarios de organismos de inteligencia y seguridad de Estado, oficialidad militar y hasta soldados, se dedican a la corrupción en sus múltiples circunstancias, desde la muy conocida matraca callejera o de alcabalas en carretera, pasando por el acaparamiento y posterior venta especulativa, hasta los que dirigen el gigantesco y lucrativo contrabando de extracción, que continúa desangrando al país por todas las fronteras terrestres y marítimas, sin excepción.
     La multitud afectada y encolerizada nos reclama a quienes de alguna u otra forma tenemos responsabilidades gubernamentales, sin embargo, los que por el nivel que ocupamos no tenemos posibilidad de tomar medidas y algunas veces ni siquiera podemos exponer nuestras inquietudes ante los decisores o sencillamente nos toman por sonsos, tomamos la alternativa de elevar la voz en sentido general, a ver si llega ante quienes tienen el nivel de asumir y ejecutar las acciones resolutivas. De allí que afirmamos categóricamente que gran parte de la culpa de esta escasez y especulación de productos alimenticios, insumos generales y medicinas, está en la exagerada corrupción de muchos funcionarios públicos administrativos y cuantiosos uniformados, quienes prevalidos de los uniformes y las armas que portan, conforman con los primeros una entente perniciosa que mantiene en zozobra a la ciudadanía y anula cualquier acción del gobierno -en sus distintos niveles- para resolver los problemas y mejorar el estado de bienestar de los venezolanos. Por tanto, si no se actúa contra tan pesado fardo, la anarquía tomará fuerza y no es de extrañar el retorno de episodios similares al final de Febrero de 1989, aunque para algunos les resulte una exageración lo que decimos.   (Santa Rosa, Biruaca, 28/01/2016).    desiderátum_apure@yahoo.com
Disponible en: http://oscaralvaradopcv.blogspot.com/

jueves, 21 de enero de 2016

¡Entre Ñángaras, te veas…!

DESIDERÁTUM APUREÑO.
Oscar Adolfo Alvarado.
Dedicado al Abuelo Socialdemócrata, con funciones de Concejal  Híbrido TUPAMUD en el Municipio Biruaca.
Cualquier parecido con la realidad es mera “causalidad” (Causa, origen, principio, en virtud de la cual se producen efectos.) 
 
     En un trabajo publicado el 22 de Febrero del año 2007 (hace casi 9 años), titulado “Ñangaras”, le daba respuesta a unos ignaros adversarios políticos, quienes creyendo insultar a los militantes del PCV, erróneamente utilizaban esa etiqueta para calificar peyorativamente a los irreductibles marxistas - leninistas que hacíamos vida activa en el escenario partidista regional, algunos de los cuales hoy conservamos la misma línea, mientras que otros saltaron la talanquera cual venados gruñidos por León sabanero… Ahora resulta y nos hemos enterado, que aunque el “profesor Google” está disponible permanentemente hasta en cualquier aparatico móvil de comunicación, todavía persisten los necios que se resisten a instruirse, a pesar de tener adjudicados títulos universitarios con los cuales vociferan poseer conocimientos que no son tales. Es algo así como lo que decían o dicen nuestras abuelas: -“Pasaron por la universidad pero la universidad no pasó por ellos”, de lo cual se deduce que ese tipo de profesionales son de los egresados con la Mención Chuleta, una calificación que se otorga en calidad de “horrorífica”… lo dije bien: “Horrorífica” derivada de HORROR y no Honorífica dignamente devenida de HONOR.
 
     Pues bien, el que se mete a la diatriba política debe tener argumentos para rebatir al adversario, porque si no los tiene cuando intenta confrontar con palabras al otro suele hacer el ridículo, o cuando menos intentará manipular a los sonsos oyentes para que lo alaben o aplaudan adulantemente. Sería por eso que Phillip Dick decía: El instrumento básico para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si tú puedes controlar el significado de las palabras puedes controlar a la gente que utiliza esas palabras.” vayamos al grano entonces:
 
     “En la Década (del 60 del Siglo XX) se puso en Venezuela muy de moda la palabra “Ñángaras”, con ello se etiquetaba, nombraba o identificaba a quienes tenían militancia de Izquierda, particularmente a los comunistas. Resultaba entonces que los cuerpos represivos, así como los dirigentes de la derecha, no dudaban en etiquetar o “marcar” a cualquier persona de carácter contestatario, quien bajo un razonamiento científico social criticara la acción de los gobiernos de entonces.
 
    Para las décadas de los 70, 80 y 90 las protestas populares y estudiantiles continuaban siendo dirigidas por los militantes de Izquierda, particularmente los militantes del PCV, MIR, MEP, Liga Socialista, MAS, Bandera Roja, Tercer Camino y muchas otras organizaciones, quienes pregonaban el Socialismo como único modo de producción capaz de resolver las injusticias y desigualdades sociales. Obviamente la contraparte, es decir, (…) la derecha socialdemócrata o socialcristiana odiaban a “esa chusma” de “tierruos” que amenazaban con quitarles el poder político para gobernar junto al pueblo. (…) Ahora resulta que esa sociedad parte del triste pasado, hoy amenaza con restaurarse porque muchos de esos zorros y camaleones, cambiados de ropaje, durante un tiempo hicieron lo mismo del ayer pero en los años que van del actual Siglo.
 
   Muchos de los que nacimos en la década del 60, y en la del 70 ingresamos a la Izquierda venezolana, incorporándonos a la combativa Juventud Comunista pagamos nuestro sarampión revolucionario, propio de esa etapa juvenil cuando fuimos formados en la filosofía de Marx y Lenin; luego en las universidades y en la Escuela de Cuadros Ho Chi Min del PCV, adquirimos el conocimiento del método científico con el Materialismo Histórico y el Dialéctico para abordar la comprensión de la evolución de la sociedad. Largas jornadas de lectura, estudio, debate y confrontación nos hizo tener una visión distinta del mundo y su desarrollo. La primera consecuencia fue que en nuestras familias tradicionales se nos trataba como “una vaina rara” o una especie de “anticristo” por andar hablando de filosofía materialista. Casi llegamos a ser desterrados de aquellos hogares donde “adeco era adeco hasta la muerte” o el otro bando: copeianos verdecitos hasta la médula. Fueron tiempos muy difíciles pero la firmeza y la constancia sumadas al estudio permanente y la lucha consecuente junto a los desposeídos fueron el crisol que mantuvo una inalterable convicción de avanzar, allanando los riscos del camino con la certeza que algún día se lograría la toma del poder político por parte del pueblo humilde. Por eso es que nos llamaban “Ñangaras”, es decir, revolucionarios socialistas, rebeldes, pertinaces, en fin, irreductibles.  
 
    Hoy día, en nuestra Venezuela Bolivariana, los Ñangaras que quedamos de aquel entonces, estamos claritos que aquí no existe Socialismo, que se han cometido muchos errores, que hay gente levantando banderas de revolución solo para el circo, el teatro y la tramoya; sin embargo, nosotros no hemos dejado de presentar nuestros argumentos y convicciones propias defendiendo a la par las importantes conquistas y avances que han permitido un elevado nivel de inclusión social, reconocido incluso por importantes organismos internacionales, así como de grandes logros materiales, entre los cuales la vivienda se destaca, hechos admitidos hasta por los actores más recalcitrantes de la actual derecha venezolana.
 
     Así pues que quien pretenda insultar a un comunista etiquetándolo de ñángara, no está más que salivando hacia arriba sin percatarse de la babaza que retorna a su cara. También debemos hacer honor a la verdad y advertir que no todo aquel que se identifique como comunista lo es, ni tampoco que ser comunista es sinónimo de perfección humana, eso sería una concepción para incautos. Toda persona tiene virtudes y también defectos; y en cualquier organización encontraremos gente muy talentosa y unos cuantos muérganos también. En consecuencia, quien quiera hacer activismo político sensata y democráticamente, debe tener cuenta de que por cada palabra que exprese tendrá unos cientos que lo refuten o contradigan, si no entiende eso puede terminar cataléptico de una calentura, preso por tornarse violento o lo más grave, difunto por enfrentarse a otro loco igual de agresivo.   
 
     Así que como colofón, lo que modestamente recomiendo a los interesados en la diatriba política de altura, no la de albañales, es que si quieren debatir con equilibrio que al menos se tomen una racioncita de buen humor, que revisen historia política, cultura general y cuiden del correcto uso de la lengua, pues lo contrario sería la viva manifestación de envidia para con los demás actores partidistas; y eso resulta en que, al decir del filósofo alemán Arthur Schopenhauer(1788-1860): “La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.” Santa Rosa, Biruaca20/01/2016.                                                                                               desideratum_apure@yahoo.com

viernes, 15 de enero de 2016

Atollados…

Desiderátum Apureño.
Oscar Adolfo Alvarado.
     Siendo muy pequeños, cuando la familia solía retornar para pasar unos días en aquel hermoso lugar campesino de donde somos originarios, el paso Arauca, aprendimos a estar pendientes del camino para no correr el riesgo de un mal rato o no llegar a tiempo al lugar de destino, por culpa de una “atollada”, es decir, quedar atascados entre el barro y maleza en los bordes de la rudimentaria vía rural de aquellos tiempos pretéritos. Incluso hoy día cuando decidimos hacer turismo de aventura por esas infinitas sabanas de nuestro Apure, siempre estamos pendientes de no perder el camino o quedarnos atollados entre barro o médano, según sea invierno o verano.
     Pues bien, como la vida de todo terrícola transcurre arrancando desde el espacio vital del nacer y concluye en el fallecer, no hay duda que en el camino siempre nos encontraremos vías muy expeditas para avanzar, así como también dificultades que nos detienen e incluso algunas veces retrocedemos en lo transitado, lo cual configura la experiencia que sirve de conocimiento y nos alerta para dar los pasos futuros con mayor atención y acierto, además a su vez permite convertirnos en “baquianos” para contribuir a abrirle el camino más expedito a nuestros sucesores. Sin embargo, en ese viaje existencial hay mucha gente porfiada, quienes se empeñan en irse por otros atajos y terminan “atollados”… si atollados en el tiempo, la desidia y el atraso socio-cultural.
     Si nosotros los apureños todos, sin excepción, nos detenemos un instante a valorar hasta que nivel hemos logrado incorporarnos al progreso general de la sociedad nacional, latinoamericana y mundial, no tengo dudas que determinaremos estar “atollados”, cada cual a su modo y con sus personales actitudes lógicamente, pero en sentido general las causas son comunes y las encontraremos la mayor de las veces en los demás, por esa conducta humana que nos hace tan difícil admitir los errores o culpas propias y tan fácil asumir el rol de Pilatos en cuanto a la sentencia mortal a Jesús el de Nazareth. 
     Así pues que admitir que estamos “atollados” en el atraso no es exagerar que todavía somos como aquellos trogloditas o primitivos habitantes de las cavernas (donde existían éstas claro está), pero al comparar nuestras ciudades con otras latitudes, la Capital del Estado y las de los Municipios junto con el comportamiento socio-cultural, la duda se despeja y la verdad nos impacta con la fuerza de los hechos.
     Sin alejarnos hacia la periferia de la ciudad y constatar lo dicho, podemos pasearnos por el centro de la ciudad de San Fernando, la otrora llamada ciudad de la esperanza, para observar el deprimente paisaje de basura a cada centímetro; ventorrillos de comidas cuyos dependientes son la viva imagen de un mal mecánico (por lo inmundo de la vestimenta) y los alimentos expuestos al ambiente como para aderezarlos con la tierra que pulula al aire; barberos de plaza o acera que dejan al viento la tarea de “barrer” el pelambre; autolavados viales que inundan calles y avenidas contribuyendo a su destrucción; fruterías itinerantes que ocupan lugares de mayor tránsito peatonal y consecuentemente las conchas de cambures que, lanzadas al suelo, son la asegurada caída de… nalgas para un desprevenido transeúnte; parques infantiles que son destruidos por adultos borrachos o irresponsables; chatarras automotores convertidas en transporte urbano, con la opción de fumigadoras por el volumen de humo que expelen; perros realengos y sarnosos que dejan sus deposiciones por doquier, con tan mala suerte que se van adheridas a nuestros zapatos y cuando llegamos al trabajo o la casa en vez del común saludo, nos reciben con un espantoso ¡FOOOOSS!; en fin, en nuestras ciudades la anarquía es lúgubre mientras que la actitud citadina sofoca y angustia.       
     Insisto, más fácil resulta echarle las culpas a los demás que admitir las propias falencias; la problemática es de larga data y cada vez se agudiza mucho más por aquello del aforismo popular: “quien se pone adelante es para que lo sigan”. Las autoridades a quienes les compete actuar en cada aspecto se distraen entre la cháchara y sus particulares intereses, mientras que cada cual se antoja de materializar su “Derecho al trabajo” ocupando los espacios públicos y empeorando el caos urbano.
     Si seguimos en este ritmo de comportamiento socio-cultural continuaremos atollados en medio de la anarquía, la desidia y el atraso general de nuestra región. Pues es muy difícil que una sociedad mejore sus condiciones materiales de vida colectiva si sus individualidades no mejoran la actitud y comportamiento social para con los similares.
(Santa Rosa, Biruaca, 14/01/2016).    desiderátum_apure@yahoo.com