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lunes, 3 de agosto de 2015

Discurso Pronunciado por el Licdo. Oscar Adolfo Alvarado, en la Plaza Bolívar de San Fernando de Apure, con motivo del LXXVIII Aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela. Lunes 03 de Agosto de 2015.


Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto.”
Simón Bolívar.
     Con la anterior frase de Su Excelencia, El Libertador Simón Bolívar, Padre de la Patria Grande, doy inicio a esta intervención que honoríficamente me ha sido otorgada por el Coronel, MARCIAL SEGUNDO MENDOZA, Segundo Comandante y Jefe del Estado Mayor del Comando de Zona N° 35, de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela; la cual acepté gratamente complacido, pues ello representa para este llanero de orgulloso origen campesino, una distinción y el reconocimiento tácito de nuestra modesta dedicación al estudio y pasión por la historia.  
     Estimados compatriotas integrantes de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, al tomar las palabras del Padre de la Patria haciendo alusión a la preservación intacta del honor, lo hago con la convicción plena que el lema usado por todos ustedes en la Divisa heráldica, no es solamente una frase distintiva o emblemática, sino que dicho lema está forjado en la conciencia y cincelado en el corazón de quienes decidieron incorporarse a la Institución porque se sintieron atraídos hacia este componente militar, anteriormente denominado Fuerzas Armadas de Cooperación, parte integrante de la Fuerza Armada Nacional, que, de acuerdo al artículo 328 constitucional, en su conjuntoconstituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional.
     Además, estimados amigos, cuando se toma la decisión de incorporarse a una Institución, una agrupación social o un gremio, se hace porque de alguna forma existe la vocación y la identificación para con ese colectivo; y, al pasar del tiempo esa vocación e identificación se convierten en férreos valores morales que dan motivos a la vida humana, tanto en lo individual como en lo social. Entonces, si en los Dos primeros artículos de la Cartilla de su Institución se establece que: “El honor ha de ser la principal divisa del guardia nacional; -lo cual implica que éste- debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. –Porque– una vez perdido, no se recobra jamás. –Puntualizando por cierto que: el mayor prestigio y fuerza moral del cuerpo es su primer elemento; y asegurar la moralidad de sus individuos, la base fundamental de la existencia de esta institución.” En consecuencia, vale recordar aquí lo que decía el escritor y dramaturgo británico William Shakespeare (1564-1616): “Todos aman la vida, pero el hombre valiente y honrado aprecia más el honor.”
     Sin embargo, aún cuando todo lo anterior es una norma de la institución, un deber del Guardia Nacional, y que por supuesto todo ello implica que los superiores son celosos vigilantes de su cumplimiento estricto, no menos cierto es que la naturaleza humana está sujeta a los vaivenes de la vida y si los principios no están suficientemente formados, distintos efectos pueden causar nuestras acciones. Por lo cual permítanme expresarle una frase del filósofo Platón, decía él al respecto: “El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por Dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.” Por su parte, el orador francés Henri Lacordaire (1802-1861) afirmaba que "Hombre justo y honrado es aquel que mide sus derechos con la regla de sus deberes." En consecuencia, estoy convencido que ese lema, su divisa institucional, el Honor, es patrimonio inmarcesible de todos ustedes y hoy, en ocasión del Septuagésimo Octavo aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, me hago vocero del pueblo de Apure y les expreso las más fraternas, apreciadas y vehementes felicitaciones a todos ustedes integrantes de la Institución Militar, extensivo a sus familiares que seguramente también se sienten parte integral de la misma.       
     Ahora bien, hoy día celebramos los 78 años del Decreto del 4 de Agosto de 1937, mediante el cual, el Presidente Eleazar López Contreras, crea la Guardia Nacional que hoy conocemos. Sin embargo; pregunto: ¿Es ciertamente ese hito histórico el punto inicial de esta Organización Militar venezolana? Déjenme dar respuesta con palabras del Cnel. (GN) Miguel Ángel Nieto Bastos, nacido en “La Mulera”, Estado Táchira, el 08 de Mayo 1920.Integrante del Primer Curso de Guardias Nacionales (1936-1937) y graduado como el Número 5 en el cuadro de honor, con el grado de Sargento Segundo, dice él lo siguiente:
“Con el Decreto arriba mencionado es creada la Guardia Nacional de Venezuela, que es la tercera vez que es creada en el país esta Institución. La primera fue la Decretada por el Congreso de la República el año 1811, que desapareció al poco tiempo. La Segunda, la fundada en 1841, la que también duró poco en sus funciones.” (Mi Vida y mi Historia  en la Vida y la Historia de la Guardia Nacional de Venezuela. Caracas, 1997. p.23.)
     Esta afirmación encuentra su basamento, además de la experiencia propia del autor, en lo que historiadores y otros integrantes de la institución han investigado y recopilado al respecto; parte de lo cual se encuentra disponible en la página WEB de la Guardia Nacional, donde la referencia se expresa en estos términos (Subrayados nuestros):
“La Guardia Nacional o Fuerza Armada de Cooperación surge debido a la necesidad de los gobernantes de mantener la integridad y seguridad de la población y el territorio, así como para resguardar las instituciones del Estado. El inicio de la institución se remonta al 10 de marzo de 1810, cuando la Junta Suprema de Caracas recomienda crear un cuerpo armado para la salva y custodia del Congreso, configurándose el mismo el 9 de marzo de 1811, al crearse una Compañía denominada Guardia Nacional. En Julio de ese mismo año se le atribuye además un Servicio Rural para proteger a los propietarios de tierras y evitar robos y crímenes.
     Con motivo de la desaparición de la Primera República, la Guardia Nacional es olvidada por carencia de recursos, y en 1820 vuelve a resurgir en el panorama Independentista con el triunfo de las Armas en Carabobo. Los años pasan, la Gran Colombia que soñó Bolívar se disuelve, las guerras fratricidas convulsionan al País y con ellas, en 1839, desaparece esta primera Guardia Nacional. La institución resurge nuevamente bajo al mandato del General José Antonio Páez en el año 1841, denominándose La Guardia Nacional de Policía y cuya función era la Seguridad y el Orden, especialmente del medio rural, además la misma tenía unas funciones adicionales como evitar crímenes, la protección de la vida de las personas y de sus bienes, y la vigilancia y custodia de los presos. Debido a la carencia de recursos económicos para su mantenimiento ésta desaparece por medio de la derogación de la Ley que la creó en el año 1847.”
       
     Como hemos citado, efectivamente los antecedentes de la Guardia Nacional se encuentran con el nacimiento de la República hace 204 años, si bien existió con nombres diferentes, debemos tomar en cuenta que en muchas instituciones ha pasado igual, pues generalmente de acuerdo a las decisiones, intereses, ideas o perspectivas de los gobernantes de turno, las denominaciones oficiales se mantienen o modifican. En todo caso, cuando se realiza el análisis histórico desde una posición dialéctica, las nomenclaturas, nombres o etiquetas no tienen tanta importancia como el carácter, la condición y el papel que han desarrollado en el proceso y devenir social.
     Es entonces que revisando nuestra historia nacional sabemos que durante los 27 años de la Dictadura de Juan Vicente Gómez este país sufrió una larga y tenebrosa noche de atropellos, torturas, asesinatos y cualquier otra desgracia socio-política de las que los tiranos hacen contra los pueblos. Ese nefasto tirano fue muy conocido por su sadismo y gozo en mandar presos a mucha gente, así como a colocarles pesadas bolas de acero encadenadas a los tobillos de los prisioneros y someterlos a trabajos forzados; por tanto, con la muerte de aquel Opresor, el pueblo se desborda en reclamo y en la búsqueda de la materialización efectiva de las libertades, pero como no hay un liderazgo visible y fuerte que dirija, organice y oriente a las masas, la consecuencia resultante al inicio es la explosión masiva de la anarquía y el desorden. Ante ese cuadro de situaciones políticas del año 1936, el Presidente en funciones, López Contreras, “(…) se reúne con los Presidentes de los Estados para plantear la necesidad de la creación de una Policía Rural, bien sea a caballo, a pie o en vehículos, lo importante era mitigar el índice delictivo y garantizar la seguridad de las familias, las propiedades y la soberanía de la nación.” (Cf. sitio WEB de la GNBV) Luego de varias tertulias y discusiones se decidió la conformación de un Cuerpo de Policía Nacional, que por recomendaciones del intelectual y poeta venezolano Rufino Blanco Fombona (1874-1944), se crea con el modelo y la asesoría de la Guardia Civil Española, para lo cual “se establece la Escuela del Servicio Nacional de Seguridad el 17 de septiembre de 1936.” (Ibidem)  Escuela que por cierto cambia de nombre varias veces.
     Así que de ese curso egresan los pioneros de la actual Guardia Nacional de Venezuela, que como hemos dicho, es la Tercera. Vale decir entonces que a la tercera va la vencida. Desde entonces esta Institución ha venido avanzando en todas y cada una de sus estructuras, adecuándose, reformulándose, modernizándose y actualizándose en concordancia con las exigencias de los nuevos tiempos. Ahora mucho más por la relevancia y rango constitucional, que la Asamblea Constituyente de 1999, con el liderazgo del Comandante Presidente Hugo Chávez, le otorgó; y, que su oficialidad, junto a la totalidad de sus integrantes, hoy día han venido desarrollando gerencial y operativamente a este componente que cada día optimiza su accionar y, con la creación de la Guardia del Pueblo, entiende y asume que la unión cívico – militar no es una entelequia, sino más bien la comprensión dimensional de las propuestas del Comandante Chávez, cuando en el texto de la Presentación del Plan de la Patria dejó para la posteridad está convicción:
     “Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo. El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI.     
     Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política.”  
     Cuando señalo el ejemplo de la Guardia del Pueblo, es por solo nombrar uno de tantos cambios y avances de la Guardia Nacional, pues también puedo afirmar con total certeza que con la masiva incorporación de la Mujer en la Guardia Nacional Bolivariana, se le está dando continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política. Y decir gestión política no debe interpretarse como lo hacen los adversarios ignorantes de la Revolución Bolivariana, quienes de inmediato lo asocian a una Militancia Partidista; Gestión Política, en este caso, es el desarrollo del accionar y la capacidad planificadora, gerencial, organizadora y operativa para lograr con eficacia y eficiencia la conquista de objetivos institucionales a favor de las demandas y necesidades de la Nación. Quienes no asuman políticas correctamente planteadas para el desarrollo de instituciones y entes públicos que ofrecen bienes o servicios a la ciudadanía, indefectiblemente estarán destinados al fracaso. Eso no es el invento de la forma de tibiar agua o lucubraciones de quien les diserta, eso forma parte de las teorías y manuales en materia de gerencia pública, que con el transcurrir del tiempo van evolucionando. Sería por eso que el 28 de Octubre de aquel año 1936, en la inauguración de la Escuela de Policía Nacional  (como se llamó entonces a la escuela de los que luego serían Guardias Nacionales, recuerden que antes se había propuesto otro nombre), en presencia del Presidente Eleazar López Contreras, hizo uso de la palabra el asesor de la Guardia Civil Española, Capitán Cecilio Marrero Suárez, quien dijo a los alumnos:
“Brazo armado del Poder Ejecutivo. Estos serán vuestros apellidos específicos, sintetizados con el nombre genérico de Guardias. De vosotros depende el porvenir de este Cuerpo, que será tanto más brillante, cuanto mayor sea vuestro esfuerzo. Seréis la solera; de vosotros brotará la savia que de vida y alma a generaciones sucesivas. No podéis, mejor dicho: no debéis volveros de espalda ante esta realidad. Este Cuerpo que hoy precisamente nace, y va a dar sus primeros pasos, andará firme y muy lejos o vacilante y corto; pero por vosotros no quede. De vuestra voluntad, vocación y espíritu de generoso sacrificio, dependen la vida de una Institución, que puesto al servicio de un régimen de libertad, sea más que una esperanza reconfortadora, la seguridad de que el pueblo libre de yugos y opresiones, encuentre en ella la garantía más firme de esa misma libertad.” (Nieto Bastos. Miguel Á. Mi Vida y mi Historia  en la Vida y la Historia de la Guardia Nacional de Venezuela. Caracas, 1997. p.20.)          
  
     Aquellas palabras del Capitán español fueron consiguientemente un dictamen histórico, que hoy, Setenta y Ocho años después, podemos patentizar en esta Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, cuyos gallardos integrantes los caballeros y las muy hermosas y proverbiales damas, cada día elevan con orgullo el Coro de su canto combativo, del cual se desprende un eco que vibra en el alma apasionada de los que aman su institución, repitiendo constantemente:
Ante Dios y la Patria juramos
con sincera y profunda emoción,
que el deber por consigna llevamos
y por alta divisa el honor    
 
     Es este un canto que expresa compromiso, firmeza, sentido patriótico y pasión por la Institución; pues al decir de la poetisa y novelista revolucionaria nicaragüense, Gioconda Belli: (1948) “Todos tenemos un deber de amor que cumplir, una historia que hacer, una meta que alcanzar. No escogimos el momento para venir al mundo: Ahora podemos hacer el mundo en que nacerá y crecerá la semilla que trajimos con nosotros.” Ciertamente yo estoy personalmente convencido que así es para todos los terrícolas que habitamos esta nave espacial –la Tierra, porque en el caso de aquel Capitán español, dirigiéndose a los integrantes del curso en 1936, les dijo firmemente: Seréis la solera; de vosotros brotará la savia que de vida y alma a generaciones sucesivas”. No erró en su apreciación, ya que ser la Solera significa ser la raigambre, el numen, en fin, el punto de partida. Y evidentemente, aquellos 136 pioneros, dieron la savia y el alma a todas estas sucesivas generaciones de Guardias Nacionales que hoy, luego de casi Ocho Décadas, se han multiplicado por miles en toda la geografía venezolana fortaleciendo y consolidando una Institución reconocida por el pueblo.
     Seguramente que durante ese tránsito temporario de estos 78 Años, hubo altos y bajos, muchos de los que ingresaron tributaron sus virtudes y unos cuantos demostraron sus defectos. Eso es natural donde interactúan los seres humanos, ayer, hoy y mañana; existieron, existen y existirán buenos y malos, inteligentes y mediocres, en fin, así como Víctor Hugo decía que en cada pueblo hay un obrero que enciende la Luz, también hay un Murciélago que la apaga. No podemos nosotros ignorar torpemente que si bien existen los mejores, los que tienen compromiso y convicciones, quienes representan la luz, la honra, el honor, el deber y la dignidad, que son la mayoría; tampoco faltan los que son la oscuridad, la mancha, el deshonor y la antítesis de los principios y valores institucionales, afortunadamente son la minoría y terminan yéndose o expulsados por su inmoralidad. En consecuencia, lo correcto es tener presente esa realidad, ser vigilantes del decoro y entusiasmados pregoneros de las mejores virtudes porque ello es parte inmanente a la dignidad humana, que según J. Vidal-Bota: 
     “La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.
     Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad presente en cada ciudadano.” (La Dignidad Humana y sus implicaciones éticas. En http://www.aceb.org/v_pp.htm)
     Tanto es la importancia que se le otorga a los valores humanos dentro de las Instituciones, que generalmente y por costumbre histórica, la mayoría crea y establece símbolos de identidad y uso cotidiano, cuyos componentes traducen o representan a éstos. Es así como surgen los Himnos, las Banderas y los Escudos de Armas. Los últimos toman de la Heráldica sus elementos; que en el caso de la Guardia Nacional conjuga un conjunto de valores y virtudes prominentes, que por razones de no hacer tedioso el discurso, solamente destacaré Tres de ellos, sin restarle la igual importancia del resto:  
La Balanza, símbolo de la justicia en este caso recuerda el equilibrio requerido para llevar a cabo las tareas de protección urbana y rural que le compete de importancia capital para el estado venezolano.
La Lanza, compañera del bravo llanero en la gesta emancipadora, rememora la defensa de nuestra frontera a todo trance; y,
 La Flecha, arma temible del aborigen nativo, nos recuerda las tareas del resguardo de los recursos naturales renovables. 
     Estos elementos heráldicos suelen quedar fijados en el colectivo que forma la Institución y como son parte integral del Escudo de Armas, su simbolismo también es el escudo donde encontrar la inspiración y guía para reducir y rechazar las desviaciones que atenten contra el pundonor de la institucionalidad.
     Estimados amigos, estoy próximo a concluir, pero voy a permitirme la licencia de salir del rigor académico, y hacer un paréntesis, pues la vida en una corporación militar como la Guardia Nacional no está exenta de vicisitudes, acontecimientos y también de anécdotas que son recordadas aun mucho después de haber pasado a la condición de retiro. Resulta que hace algunos pocos años tuve el agrado de trabajar con un Sargento Retirado de la Guardia Nacional, quien hacía las veces de conductor del vehículo asignado a mi persona, pero realmente más fue un compañero quien con sus chistes alegraba los momentos y con su experiencia nos daba algunos consejos también; me contó está anécdota, la cual no puedo asegurar que sea totalmente cierta, pero tampoco tengo elementos para negarla, incluso el personaje principal me dicen vive todavía en esta ciudad, por tanto solamente él puede informarnos si es real o si fue que sus compañeros chistosos le agregaron unos cuantos “aliños humorísticos”. La anécdota es así:
     A principios de los años Ochenta era muy rupestre la vialidad hacia la población de Guachara, hoy Parroquia Achaguas del Municipio, para aquel tiempo Distrito, Achaguas, de nuestro Estado Apure. Además las comunicaciones también eran difíciles y generalmente los partes que informaban sobre las novedades diarias al Comando Regional, se hacían a través de radiogramas o telegramas, para tal fin y con el objeto de hacer más fácil la trascripción se acostumbraba a unir (vamos a decirlo así por lo más ilustrativo) Dos palabras en una; por ejemplo, entre otras palabras; para expresar: lo saludo, o le comunico, se escribía “salúdole” y “comunícole”. Pues bien, un mal día sucedió un accidente en “El Rancho”, como le dicen en el argot militar a la cocina… por una fuga de Gas se explotó el horno de la cocina. Y también hubo otro evento el mismo día, un Guardia que tenía asignada una Misión se fugó y no regresó al Puesto, el hombre andaba perdido, al decir militar, “se voló”.
     Pues bien, aquí viene lo bueno, resulta que el Sargento comandante del puesto debía notificar a sus superiores las “Novedades”, por lo cual le dictó al responsable de comunicaciones la siguiente nota, dirigida al Comando Regional en San Fernando de Apure; decía la de la siguiente forma:
Comunícole que en este puesto Guachara, cocina “explotose” y Guardia Nacional “Volose” 
     Tal nota es recibida por el Jefe de comunicaciones en la Capital Estadal y al leerla “tornose” muy alarmado el Guardia de marras y de inmediato saltó de su asiento, casi tan igual como los pilotos cuando activan los asientos eyectables de los aviones de Guerra;  y, rápidamente entregó la misiva al Jefe de Servicios Generales, quien a su vez, del susto, abrió los ojos como un par de huevos fritos, sintió los cabellos erizados y con voz azarosa se presentó al Coronel, Jefe de Estado Mayor, entregando el recado. Obviamente que la conducta espantadiza del subalterno contagió al Superior, quien a su vez alarmado y mal interpretando también el mensaje, entró súbitamente al Despacho del General Comandante Regional, convirtiendo la cuestión en una epidemia de confusiones, éste ordenó el inmediato traslado del Coronel hasta el Puesto de Guachara para iniciar las investigaciones y…  traerse “el cadáver”. Pues creyeron que la explosión de la cocina había hecho volar por los aires al Guardia y el aludido… ya era difunto.
     Al parecer el traslado se realizó en el único helicóptero militar que existía disponible en ese momento. Cuando el aparato de alas rotatorias sobrevoló el poblado rural, la gente creyó que se iniciaba la Tercera Guerra Mundial, el ganado salió en estampida y las aves de corral que los vecinos tenían, tuvieron que ser recogidas días después, a kilómetros de distancia por las inmediaciones de “Fruta e’ Burro” y “El Yagual”. Al llegar a Guachara, sin previo aviso, el susodicho Coronel. Observó que el personal lo saludó con el estricto rigor militar y sorprendido de su presencia, claro está, pero sin presentar más ninguna inquietud. Por lo cual, preguntó firmemente por el Sargento a cargo, quien estaba por fuera, seguramente tomando café en una casa vecina. A éste lo buscaron con la misma velocidad que uno tarda en espabilar y presentándose ante el Coronel, parándose firme y con un taconazo que se escuchó en todo el pueblo, expresó con voz atronadora:
- ¡ Buenos días mi Coronel, Sargento Ayudante. Materán Quevedo, Eugenio; a su orden…!    
El Coronel mascullando primero algunas palabras entre los labios, le preguntó:
- ¿Dónde está el Guardia muerto
El Sargento más sorprendido que muchacho a quien encuentran infraganti en una travesura, tartamudeó y con mirada ceñuda mirando al Coronel le indagó:
- ¿Perdone mi Coronel, cuál Guardia muerto?
El Coronel, quien a ese punto, por la parsimonia del Sargento, sentía que un volcán le iba a salir por los ojos, sacó el texto del radiograma y entregándoselo, le dijo:
- Este que usted notificó ¿O acaso no lo mandaste tú?
El Sargento, revisó el texto, levantó la mirada con una amplia sonrisa y mayor calma (lo cual aumentó la “temperatura” en la furia del Coronel) y dijo el subalterno:
- Mi Coronel, usted entendió mal, lo que sucedió fue que la Cocina se explotó por una fuga de gas en el horno y ese mismo día un Guardia no regresó al puesto, se fugo, se voló, así de sencillo.
- De allí en adelante hay palabras del superior que no se pueden decir aquí, pero el colérico Coronel se trajo preso para San Fernando al Sargento y, a primera hora de la mañana siguiente, ordenó formación general hasta para las hormigas del Comando Regional, presentando al frente de todos al Sargento amonestado. De inmediato comenzó una arenga a toda voz y mientras hablaba recorría de punta a punta, en ida y venida la formación; de repente se detuvo cerca del Sargento y con la furia de un León enjaulado, ripostó:
- Por ejemplo, aquí está el caso de este Sargento… ¡Este, este es un Genio!... y sin poder terminar la frase, lo interrumpe el Sargento.
- Permiso, Permiso; Perdone mi Coronel, Un Genio No; Eugenio, Eugenio Materán Quevedo, para servirle.
     El resto del cuento lo pueden presumir, pero su imaginación les puede hacer la idea del casi infarto al Coronel y los varios días de castigo para el Sargento.
     Estimados Compatriotas de la Guardia Nacional, todos los venezolanos del presente tenemos un Desafío por delante, consiste en reflexionar y entender que
“Aunque exista cualquier cantidad de problemas y carencias en nuestro país y aunque las diferencias se manifiesten por el deseo de tomar el poder político, ninguna de esas circunstancias deben permitir que terceros intereses nos lleven a una confrontación fratricida entre el mismo pueblo. La Constitución Nacional tiene establecidos los caminos por donde transitar para resolver nuestros asuntos en medio de la paz; Bolívar El Libertador, en carta del 10 de Junio de 1820, a su más enconado enemigo encubierto, el General Santander, lo decía: “La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto es precioso en este mundo”. Él así lo entendía y por ello aunque lideró la guerra, lo hizo porque el contexto histórico lo ameritaba para lograr nuestra independencia, tanto así que en la misma carta dice: “El primer día de paz, será el último de mi mando”. Entonces los venezolanos de hoy tenemos como el más grande desafío, mantener la paz y en medio de ella buscar las soluciones a nuestros asuntos internos.” (La Paz Nuestro Gran Desafío. Artículo del autor, http://oscaralvaradopcv.blogspot.com/ 26/02/2015.)    
   
     Desde el exterior los Norteamericanos y sus compinches europeos andan atizando el fuego de la guerra por el mundo entero, en nuestro caso nacional, nunca han detenido el asedio, ahora la agarraron por el flanco Este, El Esequibo; se encontraron un rufián y lo apadrinaron hasta hacerlo Presidente de la República Cooperativa de Guyana para convertirlo en el tonto útil de sus políticas invasoras. Razón tuvo su Excelencia El Libertador cuando en carta al tránsfuga Coronel inglés Patricio Campbell, el 5 de Agosto de 1829, le dijo con firmeza: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. Por nuestra parte, insisto, sabemos que las arremetidas van a continuar pero nuestro triunfo ha de ser la conservación de la Paz nacional, al unísono debemos repetir siempre las palabras de Hugo Chávez: “Derrotemos la cultura de la guerra y sigamos fortaleciendo la cultura de la paz”; “No queremos más violencia en el mundo. Pregonamos y practicamos la paz internacional”, pero siempre con la conciencia clara que también expresaba cuando afirmaba categóricamente que: “Paz no es y nunca será, equivalente a sumisión”
     Ustedes, como integrantes de la Fuerza Armada Nacional, tienen importantes responsabilidades para mantener el orden interno y cooperar para la defensa y el desarrollo nacional. Sus pilares fundamentales dentro de la Institución armada son la disciplina, la obediencia y la subordinación; su divisa el Honor. El pueblo confía en el fortalecimiento de los lazos de unión cívico – militar, pues todos juntos somos legatarios del Ideario Bolivariano. Del primigenio que emana de Simón Bolívar El Libertador y sus compañeros del proceso emancipador, tanto como que el que surgió efectivamente en este Siglo XXI con Hugo Chávez, como líder de las grandes mayorías en Venezuela y América Latina.
     Dignifiquemos mucho más ese ideario, fortalezcamos la transformación nacional revolucionaria e impulsemos el Socialismo con mayores esfuerzos colectivos; en honor al Comandante Chávez, quien tributó con su vida este esfuerzo creador, y hagamos nuestras sus palabras: “Ciertamente es difícil precisar cuándo despuntará tan grandioso horizonte, pero debemos desplegar esfuerzos sensibles y bien dirigidos, para decirlo con Bolívar, en función de su advenimiento.” (Presentación del Plan de la Patria. 11/06/2012)
     Mañana 4 de Agosto serán 78 años de vida para la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, que surgió de aquel año 1937. Seguramente varios de sus integrantes luego de haber cumplido con honor la carrera que abrazaron, pasarán a la situación de retiro. Al descanso con la satisfacción del deber cumplido. Muchísimos más siguen activos y otros tantos estarán ingresando. A todos sin excepción les ratificamos las felicitaciones, precisamente hoy 3 de Agosto que es también el Día de nuestra Bandera Nacional, aquella que flameó por primera vez en tierra firme venezolana, cuando las manos de Sebastián Francisco de Miranda, el generalísimo precursor, la izó en el fortín de San Pedro de la Vela de Coro, hace 209 años. Implica entonces doble motivo de alegrías patrióticas hoy. Por lo cual, concluyo con un fragmento del poema Fundador Soñando. De la autoría de José Bernardo Yanez. Dedicado obviamente a los primeros fundadores de la Guardia Nacional, pero válido para todo aquel que hace vida en esta institución armada; dice así:
Cuando el blasón heráldico aparece
del alto mástil la extensión flameando,
Yo miro el campo, y la visón parece
mi corazón que se quedó volando.
Yo soy el tricolor que me enaltece,
el mismo mástil que se va elevando,
el Cóndor alto en esplendente vuelo,
la blanca estrella en el azul del cielo
y el Guardia Viejo, quien está soñando.
(Nieto Bastos. Miguel Á. Mi Vida y mi Historia  en la Vida y la Historia de la Guardia Nacional de Venezuela. Caracas, 1997. p.90.) 
¡Con Bolívar y Chávez, estamos luchando…
…Por la Patria seguiremos venciendo!
 
_________________________
Licdo. Oscar Adolfo Alvarado.
Vice-Presidente del Consejo Legislativo del Estado Apure
Presidente de la Sociedad Bolivariana del Municipio Biruaca.
Coordinador General de la Comisión Regional Interinstitucional para la Divulgación Histórica – Apure.
Redacción: Domingo 02/08/2015 Inicio a las 11:47 am / Finalizó: 10:26 pm