Desideratum Apureño.
Por Oscar Adolfo
Alvarado.
Uno de los tamas que más ha ocupado
espacios en los medios de comunicaciones nacionales e internacionales, así como
en la programación de “Radio Bemba”, es el intento de aplicación a Venezuela
del Artículo 20 de la Carta Democrática de la Organización de los Estados
Americanos (OEA), promovido fallidamente por el uruguayo Luís Almagro,
Secretario General de ese organismo multinacional de este Continente, e
instigado por los Estados Unidos de Norteamérica y alcahueteado por los palurdos
dirigentes de la agrupación de la derecha y ultraderecha venezolana, encabezados
por el Presidente de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional.
Hemos visto y oido la forma en que mucha
gente se expresa sobre el asunto, unos a favor y otros en contra como es
lógico, pues para ser honesto estimamos que aquellos quienes no lo hacen es
porque sencillamente desconocen las particularidades del tema y sin ser muy
interesados en la dinámica político – social del país, prefieren acogerse al
adagio popular aquel que dicta: “A perro que no conozco no le piso el rabo”.
Pero lo má lamentable es escuchar las baladíes argumentaciones a favor de la
aplicación del instrumento de marras, por parte de quienes enconadamente odian
al gobierno nacional y sus seguidores, aquellas mismas personas que llegaron al
éxtasis con la enfermedad y muerte de Hugo Chávez. En síntesis los que fueron
desplazados del poder político en 1998 y sus más cercanos adláteres.
Ahora bien, es necesario resaltar de
nuestra parte que comprendemos y aceptamos las naturales posiciones de estar a
favor o en contra de cualquier hecho o acción humana, individual o colectiva,
porque eso es una actitud correcta de tolerancia y respeto a la libertad de pensamiento
en un país donde hay democracia y acatamiento de los derechos humanos,
plasmados como mandato constitucional. Sin embargo, resulta lamentable y hasta
da vergüenza cuando se observa y oye a personas que defienden necia y
ciegamente algo, sin entrar en el estudio del asunto para conocerlo mejor o con
mayor amplitud, a objeto de sustentar sus argumentos, es decir, sentimos que
sus manifestaciones no derivan de la racionalidad sino de la visceralidad. Lo
cual obviamente obnubila o ciega cualquier posibilidad de compresión correcta y
caracterización objetiva de la realidad, con las cuales pudieran aportar al
debate fructífero de las ideas y al fortalecimiento de la democracia, con miras
a generar espacios de convivencia, concordia y coexistencia pacífica y fraterna
que permitan a todos, desde cualquier posición, condición social o militancia
partidista, contribuir con la aspiración mayoritaria: el progreso de la Nación.
Estar de acuerdo o sumarse en la solicitud
de una intervención extranjera para que vengan a meterse en los asuntos
internos de nuestro país, es aceptar la incapacidad propia, es admitir la
limitación mental para desarrollar ideas y propuestas de solución, es renunciar
al derecho propio y cederlo al forastero, es permitir el ultraje porque no se
tiene fuerza ni voluntad para resistir y levantarse, o como decía su Excelencia
El Libertador (carta al Gral. Sucre 20/01/1825): “Una vida pasiva e inactiva es
la imagen de la muerte, es el abandono de la vida, es anticipar la nada antes
de que llegue.” En consecuencia imaginamos que este tipo de personas, si tienen
hogares formados, cuando surge alguna difrencia o problemas naturales de
familia, no tratan de solucionarlos por sus propios medios y en casa, sino que
de inmediato buscan a un extraño desconocedor de las “goteras del techo” para
que se los resuelva.
Vale entonces destacar aquí que el
uruguayo Luís Almagro es un patético caso de los peligroso que son en política
los personajes ambivalentes y convertidos, esos que luego derivan en tránsfugas;
tal sujeto ha sido catalogado por el articulista Ángel Guerra, reseñado por
TELESUR (02/06/2016) como: “un don nadiecon ínfulas de grandeza”. Dice el autor
que “dos fundadores del Frente Amplio (FA) de Uruguay me informaron que viene
de la extrema derecha del Partido Blanco y que en su opinión, luego de una Gris
carrera diplomática ingresó a esa colectividad con propósito de ascender a
Embajador y luego a Canciller, fingiendo compartir la política de unidad e
integración latino-caribeña de los gobiernos del FA para finalmente
posicionarse en la Secretaría General de la OEA con el apoyo de los gobiernos
de Izquierda de la región y luego ponerse al servicio de las posiciones más
derechistas al servicio del imperialismo. (…) Senadores del FA han manifestado
(…) vergüenza por la traicionera conducta del ex – canciller del gobierno de
José Mujica.” Ese es el fulano que ataca a nuestro país, así que es pérdida
gastar más tinta y tiempo refiriéndose a tan oscuro Secretario General de la
OEA.
Dicho lo anterior pasamos entonces a decir
algunas cosas de interés colectivo sobre la Carta Democrática Interamericana,
un documento que no tiene el carácter de un tratado internacional, sino que es
una Resolución del Vigésimo Período Extraordinario se Sesiones de la OEA, el 11
de Septiembre de 2001, en Lima, la Capital del Perú. Ese documento surge como
intención premeditada de los Estados Unidos de Norteamérica para actuar a
futuro contra los gobiernos populares que estaban emergiendo en Latinoamérica,
siguiendo el ejemplo de la Revolución Bolivariana en Venezuela. Ya para el año
2000 los sectores de oposición en Venezuela, derrotados y sin ninguna
posibilidad de triunfo electoral en el cercano futuro, comenzaron a vociferar
la solicitud de intervención foránea, pues algo ya sabían de la futura
aprobación de la Carta Democrática. Después de aprobada ésta, bastante espacio
ocupó en los medios nacionales y allí comenzó el interés nuestro por conocer en
mayor profundidad los intríngulis y retruécanos del referido documento.
En esa Carta, por ejemplo, en su
exposición de motivo contiene Seis alusiones vehementes sobre: “Consolidar el
régimen democrático representativo de gobierno” o “asegurar la promoción y
defensa de la democracia representativa”, mientras que sobre: “el carácter participativo
de la democracia”, lo menciona tímidamente una sola vez. De allí en adelante,
en el articulado del Primer Capitulo se encuentran Dos expresiones
puntualizando y revalidando la Democracia Representativa, pero la Democracia
Participativa, la que se estableció en la República Bolivariana de Venezuela
con su Revolución, desde la óptica conceptual y práctica, solo es tratada
indirecta y tangencialmente en Cinco oportunidades. Es decir, desde un
principio ese documento apuntaba directamente contra el gobierno de nuestro
país, solo que en las discusiones y deliberaciones, la representación diplomática
nacional, logró la modesta inclusión de la Democracia Participativa, pues la
verdad fue que para ese entonces el país no contaba con la fuerza diplomática
que hoy ha construido y demostrado en el continente.
Vale mucho destacar que la inclusión y
discusión internacional del tema de la reivindicación del papel de la mujer en
el escenario político, económico, social y cultural, es decir, del protagonismo
de las mujeres, es un logro de nuestra delegación diplomática en todos los
escenarios internacionales. Es por ello que en el Artículo 28 de esa Carta
Democrática dice: “Los Estados promoverán la plena e igualitaria particpación de la mujer
en las estructuras políticas de sus respectivos paises como elemento
fundamental para la promoción y ejercicio de la cultura democrática”. Pero
lamentablemente no lo dicen absolutamente ninguna de los actores de la
derecha y ultraderecha nacional, pues su
conducta misógina, además de mezquina, les impide reconocer las cosas buenas e
importantes que podemos extraer y aplicar en ese tipo de resoluciones
interancionales a favor de los sectores de nuestra población, en particular
aquellos sectores quienes durante la democracia representativa de ayer
subyacían en los subterráneos de las políticas públicas, excluidos y
desatendidos.
Afortunadamente este 15 de Junio de 2016,
nuestra diplomacia bolivariana obtuvo otra victoria más en la OEA, triunfo tan
importante y tan contundente que debería provocar la renuncia del Secretario
General y, al menos, la colocación de una grapa en la boca del desaforado y
desesperado Presidente de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional de
Venezuela, quien por cierto ya visualiza la imposibilidad de llegar a la Presidencia
de la República, pero como ambos personajes (Almagro y Allup) no tienen el más
mínimo sentimiento de vergüenza, y así lo han demostrado en sus actuaciones reiteradas,
estamos convencidos que alguna artimaña se van a inventar para a partir del 16
de Junio decir fueron ellos lo que lograron un extraordinario triunfo… ¡Tamaña
Desfachatez…! Santa Rosa,
16/06/2016. Desideratum_apure@yahoo.com
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