Desiderátum Apureño.
Por: Oscar Adolfo Alvarado.
Para muchos ciudadanos existe el concepto, o la creencia más bien,
que la historia de la humanidad es una especie de noria gigantesca cuyo
perenne girar va mostrando eventos o hechos que se repiten tercamente
una y otra vez, por el dictamen del arcano del tiempo. Otros la
consideran la consecuencia de eventualidades o sucesos fortuitos,
imprevistos o casuales donde ningún mortal puede incidir para modificar
su curso y mucho menos decidir el sendero por donde ella debe hacer
transitar la existencia humana; sin embargo, para quienes la asumimos
como ciencia, la historia es una hechura exclusivamente humana que nos
muestra y permite estudiar y comprender profundamente el pasado, permite
entender el presente y posibilita tomar decisiones con miras al
porvenir. Es por tanto, que los apasionados por la historia tratamos de
difundirla en las nuevas generaciones para contribuir con acierto a
ilustrarlas, así ellos mismos pueden utilizar su lumbre para tener
criterios propios sobre los acontecimientos contemporáneos en la
sociedad que forman.
Pues bien, este 24 de Noviembre 2016 se cumplen 68 años del
derrocamiento del Presidente venezolano Rómulo Gallegos, quien había
salido victorioso en las elecciones del 14 de Diciembre de 1947, las
primeras realizadas de forma universal, directa y secreta, con la
participación de hombres y mujeres, letrados y analfabetos, sin
distinciones ni exclusiones de índole social, donde además se eligieron
también Senadores y Diputados. Duró entonces muy poco Rómulo Gallegos en
el mandato presidencial y fue cortísima la experiencia civilista de la
democracia venezolana, asediada por conspiraciones y golpes
militaristas, pues ya venía de varias experiencias negativas, siendo la
del 18 de Octubre de 1945, contra el Presidente Medina Angarita, la más
reciente.
De ese derrocamiento deviene otra larga noche de opresión contra el
pueblo, pues los de los Tres integrantes de la Junta Militar de Gobierno
instalada el 26 de Noviembre de 1948, formada por los Tenientes
Coroneles Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe
Llovera Páez, es Marcos Pérez Jiménez quien pasa a dirigir la Defensa
Militar del país y luego se convertiría en Dictador hasta ser derrocado
el 23 de Enero de 1958.
Los intríngulis del Golpe de 1948 han sido explicados con bastante
descripción en diversos trabajos de investigación, algunos como es obvio
marcando tendencias o tratando de justificar hechos bochornosos, tales
como la conducta zigzagueante y ambivalente de Rómulo Betancourt, al
punto que algunos llegan a decir con sobradas razones que: “Los
militares del 45 que cohabitaron con los civiles en el derrocamiento de
Isaías Medina Angarita. Ahora- arrebataban el Poder democrático al
primer Venezolano electo, por votación, directa, universal y secreta.”
Sin embargo, es el propio Rómulo Gallegos quien mejor ilustra los
hechos, en el mensaje al pueblo venezolano luego de ser derrocado. Entre
muchas palabras dice lo siguiente:
“…
al dejar el territorio de la Patria no quiero dirigirme al pueblo en
formas altisonantes de alocuciones para pedirles sacrificios en la
defensa del derecho que se le acaba de arrebatar, sino para invitarlo a
reflexionar sobre el verdadero sentido del acontecimiento que se acaba
de producirse, porque es un dramático momento de su historia, este que
atraviesa Venezuela.” Más adelante explica sus criterios sobre la
conducta de los militares en diatriba con los civiles, para entonces
asegurar: “Paralelo a ese antagonismo entre el poder civil y el poderío
militar que tiene en Venezuela carácter histórico, venía desarrollándose
y acentuándose el que se planteaba entre los tenedores de las fuerzas
económicas más poderosas del país y la política de democratización de la
riqueza y de justa remuneración del trabajo que por medio de créditos
fáciles y baratos, en auxilio del pequeño industrial, del campesino y
del obrero necesitado de vivienda propia, mediante una justa aplicación
de la Ley del Trabajo amparadora de las legítimas reivindicaciones
obreras, iba firmemente adelantado mi Gobierno Constitucional.”
En esas palabras gallegos define como el interés económico de los
grupos se sobreponía al interés colectivo del pueblo, es por tanto que
puntualiza como para no dejar dudas lo siguiente: “Poderosas fuerzas
económicas las del capital venezolano sin sensibilidad social y, acaso
también las del extranjero explotador de la riqueza de nuestro subsuelo
del cual no era dable esperar que aceptase de buen grado las
limitaciones que les hemos impuesto en justa defensa del bienestar
colectivo con el aumento de sus tributaciones al fisco nacional y con la
determinación de no continuar prodigando nuevas concesiones petroleras
que han de ser reservas de la riqueza del porvenir de Venezuela, han
sido ellas- no vacilo en denunciarlas, repito- las que han inflado la
gana tradicional de poderío que alimentaban los autores del golpe
militar hoy victorioso.”
Como podemos notar en esas aseveraciones del propio protagonista
afectado, las circunstancias en la intención de los poderosos para
controlar el poder político en provecho de las minorías tiene sus
particularidades comunes ayer y hoy; veamos las palabras de Gallegos,
militante de aquella Acción Democrática, no del Partido Comunista, decía
él:
“Pero
hoy todavía algo más que Venezuela o Hispanoamérica entera deben saber.
Aquí ha ocurrido un acto más de la tragedia que en nuestra América
viene ya produciendo la democracia. ¿Quién maneja esta máquina de
opresión que ya se ha puesto en marcha sobre nuestro continente? ¿Qué
significa la presencia constatada por personas que me merecen fe
absoluta de un agregado militar de embajada de potencia extranjera en
ajetreos de cooperador y consejero en uno de los cuarteles de Caracas
mientras se estaba desarrollando la insurrección militar contra el
Gobierno Constitucional y de puro legítimo origen popular que yo
presidía?” y casi al concluir su mensaje asevera tácitamente:
“No
ha sido, pues, tal insurrección un accidente de nuestra vida política,
de suyo propicia a las conmociones de este género, sino un síntoma más
sobre la América de nuestra lengua y de nuestro espíritu, de algún
propósito prepotente de impedir que nuestros pueblos afirmen su esencial
característica democrática y desarrollen libremente su riqueza para
obtener su independencia económica, a fin de que no puedan decidir su
propia suerte histórica como pueblos soberanos.”
Hasta aquí dejamos el trabajo, pues ya excedimos el espacio, pero
invitamos a los jóvenes particularmente para que se adentren aunque sea
un poquito en la lectura y el estudio de ese hecho histórico que sin
duda les permitirá dilucidar circunstancias actuales que tienen el mismo
origen y las mismas intenciones. (Santa Rosa, Biruaca, 24/11/2016),
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