Desiderátum Apureño.
Por: Oscar
Adolfo Alvarado.
Durante el transcurso de las
estaciones climáticas se producen cambios en la vida natural, el entorno
geográfico junto con los seres vivos vegetales y animales manifiestan distintas
transformaciones, según sea la latitud y altitud del lugar. Por ejemplo en las
zonas donde hay cuatro estaciones y llega el invierno cubriendo de nieve los
espacios territoriales, el frio obliga a la población a estar más tranquila y
al abrigo para protegerse de las gélidas temperaturas, pero en las zonas
tropicales, donde solo hay Dos Tiempos, las temperaturas son más altas durante
mayor cantidad del año, ni siquiera el invierno enfría tanto el ánimo porque el
Sol siempre se aparece después de la lluvia, en consecuencia pareciera cierto
que también la sangre de los humanos en estas latitudes es más caliente, aunque
en términos médicos aseguran que no es así.
Pero si bien los cambios
climatológicos de alguna manera regulan las temperaturas atmosféricas, también
las elecciones de cualquier tipo tienen sus efectos generadores de fiebres y
calenturas, sin que sea necesario que éstas ocurran en tiempos de verano.
Resulta pues que cada cierto tiempo las naciones del mundo eligen sus
representantes gubernamentales y luego entran en un “descanso electoral” de pocos años hasta las proximidades del final
de los períodos, con lo cual se aprovecha la “pausa comicial” para intentar normalizar la vida, aunque nunca
dejen de existir las controversias por la resolución de demandas sociales. Sin
embargo, en el caso de nuestro país la cosa es distinta, pues como aquí andamos
en elecciones un año si y el otro también, incluso hasta de a Dos elecciones
generales por año algunas veces, entonces no tenemos tiempo de descanso y
consecuencialmente tampoco para regular las temperaturas humanas, algunas de
las cuales acumulan tantos grados que llegan a equipararse con el calor de los
volcanes.
Tales hechos anteriores que se
hacen repetitivos, terminan en generar una conducta generalizada cuyas
expresiones se denotan de muchas formas y hasta en el lenguaje se adoptan
términos relacionados al respecto, uno de ellos es la locución inglesa Hot, que según entiendo significa
caliente. Pues bien ya nos apropiamos de ella y su uso es común; por ejemplo:
Hot line o línea caliente, que se refiere a llamadas donde Dos o más personas
de diferentes (o igual) sexos intercambian palabras fogosas o de “muy altas temperaturas” al parecer.
También están los Hot Dog o perros calientes, que es un alimento y no un animal
furioso; y por otra parte, están de moda los Hot Rood, que son unos
estrafalarios vehículos con motores expuestos de altas cilindradas y por tanto con
mucho calor de combustión; en fin, la cuestión es que si de calentamiento
global hablamos, son las elecciones quizá la génesis del problema porque son
determinantes en los niveles “calóricos”
de la población y es la población precisamente la que actúa para producir los
cambios en el planeta… Es mi hipótesis obviamente.
Ahora bien, toda elección tiene su tiempo
pre-electoral, por consiguiente son tiempos entonces de calentamiento previo,
pero si hay impaciencia por el evento electoral inferimos entonces que también
se produce una anormal elevación de las temperaturas en la gente y será por eso
que vemos a diario a muchos actores partidistas echando chispas por los ojos y
por la boca, es decir, furiosos; particularmente los que mayores ambiciones
tienen en tomar el denominado “coroto”
en disputa y sus más cercanos adláteres.
Allí entonces vemos como en
la actualidad venezolana, donde además los abogados se han multiplicado más que
las Chicharras en el mes Marzo, en los diferentes medios de comunicación van
apareciendo centenares de constitucionalistas echándole más leña al fogón
mediante las más inverosímiles interpretaciones de los artículos del texto
magno y de tal o cual ley. A tales intervenciones no las descalificamos, puesto
que ello forma parte del derecho a la libertad de expresión y al libre albedrio
de cada cual; sólo nos llama la atención que una gran parte de tales
argumentaciones van destinadas en acusar a las otras de manipuladoras, hacen el
reclamo de sus derechos pero muy pocas nos hablan del cumplimiento de los
deberes, es decir, las obligaciones que tenemos los ciudadanos, incluidas también
en el texto constitucional y otras normas legales derivadas del mismo.
En fin, sin duda que los
venezolanos atravesamos un momento complejo, al decirlo no estoy descubriendo
la forma de tibiar el agua, pero a toda tormenta le sobreviene la calma y si
bien el invierno tropical ocasionalmente cubre el firmamento con negros
nubarrones que angustian la vida, regularmente también el cielo deja ver el arcoíris
que agrada y emociona. Pudiera ser que quizá todavía nos hace mucha falta la
comprensión sobre el equilibrio de la naturaleza para entonces moderar nuestra
propia naturaleza humana, sobre todo la comprensión social acerca del
equilibrio que deberíamos valorar entre los derechos y los deberes, entre las
verdades relativas y las mentiras infames, tanto como en la exigencia de las
responsabilidades ajenas y el asumir las propias. Si no logramos ese
equilibrio, pasaran una, otra y muchas elecciones más sin que logremos hacer
bajar las temperaturas corporales, con el riesgo de chamuscar las neuronas del
cerebro o calcinar los ventrículos del corazón. (Santa Rosa, Biruaca, 04/08/2016)
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