Desiderátum Apureño.
Oscar Adolfo Alvarado.
Venezuela como todos los países que conforman el continente americano ha
sufrido de la invasión permanente de gente de diferentes latitudes del mundo,
en particular de Europa, quienes fueron los que a partir de 1492 con las
peripecias de Cristóbal Colón, el mismo que andaba perdido en el mar buscando hacia la India un país llamado
“Cipango” pero terminó por estos lados, casi a poco de ser ajusticiado por los
ex presidiarios que cargaba en funciones de marineros.
En
el caso del territorio que es la Venezuela de hoy, aquellos españoles
comenzaron a ocuparla desde Agosto del año 1498, cuando en el Tercer viaje
colombino llegaron por el sitio donde está el pueblo de Macuro, Estado Sucre,
al oriente del país. Así que entonces no es nueva la llegada de forasteros por
estos lares. Sin embargo, los valientes luchadores, con Simón Bolívar
liderando, se fajaron duramente a fuerza de sacrificios en una larga y
sangrienta guerra, conquistaron y nos legaron la independencia, así como
también nos legaron la venezolanidad, de allí partió la preocupación por la
integridad del territorio nacional. Incluso, aunque El Libertador siempre soñó
con una gran nación que llamó Colombia (la grande, no la de hoy que tiene ese
nombre a partir de 1863) pero que se desintegró en 1830, cuando él preveía que
ésta se desmembraría definitivamente le escribió una carta, desde Guayaquil el
13 de Septiembre de 1829, al General Daniel Florencio O’leary, diciéndole:
“Venezuela debe quedar igualmente íntegra, tal y como se hallaba antes de la
reunión”.
Al respecto vale citar lo que el apureño más ferviente defensor del
territorio nacional, Eduardo Hernández Carstens, en su libro: Historias y
Fronteras. (Caracas 1993. p. 23-24), nos dice: “Desmembrada Colombia, la
Constitución de Venezuela, de 1830, estableció que el territorio de Venezuela
comprende, todo lo que antes de la transformación política de 1810 se
denominaba Capitanía General de Venezuela. La misma disposición se repite en
las Constituciones venezolanas de 1857, 1864, 1874, 1881, 1891 y 1893. A partir
de la Constitución de 1901 se agrega «con las modificaciones resultantes de los
tratados públicos», en virtud de que para dicho año se habían dictado los
laudos arbitrales de 1865 (con Holanda), de 1891 (con con Colombia) y de 1899
(con Gran Bretaña), así como también había sido celebrado el tratado de Límites
con Brasil del 5 de Mayo de 1859.”
Ahora bien, en el resto de nuestras constituciones se ha mantenido la
misma disposición, con ligeras modificaciones. Sin embargo, debemos conocer
también que si bien El Libertador se preocupó mucho por la integridad
territorial de su Patria, sus legatarios no fueron diligentes para preservarlo,
porque por la negligencia, la dejadez y la indolencia, en el Laudo Arbitral de
1891, con Colombia, perdimos un tercio de lo que pertenecía a la Capitanía
General de Venezuela. Para ese tiempo muchos venezolanos que habitaban aquellos
pueblos que hoy son Colombia, tuvieron que emigrar hacia más adentro de
Venezuela. El propio presidente colombiano Miguel Antonio Caro (1892-1894)
reconoció que a partir de ese Laudo Arbitral: “la frontera entre los dos países
será siempre de un lado como herida abierta y dolorosa y de otra barrera
opuesta a la expansión del comercio y al desenvolvimiento de la riqueza”.
Pues bien, parece ser que contra Venezuela se ensañan todas los
intenciones en ocuparla y aprovecharse de sus enormes recursos y del propio
gentilicio también, de lo exageradamente buena gente que somos, yo diría que
hasta de lo demasiado pendejos como nos hemos venido comportando. Hoy día
grandes cantidades de hatos, fundos o fincas establecidas a lo largo de la
frontera, particularmente la llanera, la del Apure, han sido vendidas a
personas de nacionalidad colombiana, incluso ha sucedido y sucede que si los
propietarios venezolanos no las venden, entonces son amenazados de muerte o
efectivamente asesinados, con lo cual aquellos se apropian de esas zonas.
Incluso la cuestión es más grave, en las propias ciudades internas ya hay
muchísimas propiedades y mafias comerciales en manos de originarios del vecino
país, muchos de los cuales tiene fortunas originadas de no muy claros negocios.
Con esto no queremos estigmatizar a todos los colombianos, pues estamos
convencidos que una gran parte de ellos, los más trabajadores y honestos, se
han venido a nuestro país como consecuencia de la guerra civil de más medio
Siglo que ese pueblo sufre.
Junto con forasteros latinoamericanos, aquí se ha producido una gran
ocupación silente de chinos y árabes(por la multiplicación exagerada de guerras
en el oriente medio). Si nuestro gobierno no actúa diligentemente y los propios
venezolanos no reflexionamos, en pocos años nos será muy difícil reconocernos
como pueblo independiente y ante cualquier agresión no tendremos la capacidad
para responder y defendernos, pues los enemigos ya estarán encima de nosotros.
No se trata de chovinismo y xenofobias dogmáticas, porque si bien consideramos
la necesidad de la integración latinoamericana, además de la amistad y solidaridad
con los pueblos del mundo, esto no significa que seamos tan bolsas como para
dejar que entren tan tranquilamente a nuestra casa los que trasladan la
conducta criminal y narco-paramilitar, promoviendo y aumentando el surgimiento
de la delincuencia organizada en bandas, cuyas consecuencias hacia el futuro es
que nos puedan sacar a plomo o a patadas de nuestro propio lar. (Santa Rosa,
Biruaca, 06/08/2015).
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