Desiderátum
Apureño.
Oscar Adolfo
Alvarado.
Con la decisión Presidencial, mediante los Decretos 2.013, 2.014,
2.015 y 2.016 del pasado Martes 15 de septiembre, ya se ha cerrado la mayor
parte de la zona fronteriza más dinámica y caliente entre Venezuela y Colombia,
quedaría por cerrar la más agreste, la colindante con el Estado Amazonas, que
va desde la desembocadura del Meta en el Orinoco hasta la Piedra del Cocuy,
donde está el punto trifinio y el último de los 603 hitos de demarcación
fronteriza binacional.
En el caso del Estado Apure, desde el Consejo Legislativo Estadal, el
pasado 25 de Agosto, habíamos publicado un comunicado donde “Apoyamos total y
absolutamente al Camarada Nicolás Maduro Moros, Presidente Constitucional de la
República Bolivariana de Venezuela, en las decisiones que ha tomado para
defender la soberanía, la integridad territorial y el bienestar de la población
nacional, así como para enfrentar, contrarrestar y eliminar los factores que atentan
contra la Institucionalidad del Estado Venezolano y la Paz Nacional,
particularmente contra aquellos que tienen el objetivo de establecer la
infra-cultura del contrabando de extracción, la violencia y el crimen
paramilitar en nuestro país.” En el mismo documento propusimos que las medidas
de Estado de Excepción decretadas sobre Cuatro Municipios del Estado Táchira,
se extendieran a toda la frontera y particularmente a los Tres Municipios
fronterizos del Estado Apure. Hecho ya materializado en la Gaceta Oficial
40.746, de fecha 15/09/2015.
Ahora bien, en esta región llanera son 721 Kilómetros de una
Frontera Dinámica y Caliente. Dinámica porque en toda esa zona existe (y sin
duda existirá en lo futuro) una relación permanente de intercambio entre
ciudadanos con una larga historia común, en los aspectos generales de la
existencialidad humana: y, aún cuando algunas particularidades hacen la
diferencia de uno y otro lado de la línea que delimita los territorios
nacionales, la convivencia no se rompe porque los lazos de afinidad son muy
arraigados, incluso es común la doble nacionalidad, pues si de un lado hace
falta una cosa el otro lo suple y viceversa. De hecho, gran parte de lo que hoy
Colombia registra como territorio suyo, fue de Venezuela hasta el 16 de Marzo
de 1891, cuando el Laudo Arbitral de la Reina María Cristina (de España) se lo
otorgó a los neogranadinos, por negligencia e indolencia diplomática de los
gobernantes venezolanos de entonces.
Es caliente, porque en los últimos años la guerra civil en
Colombia provocó el repliegue hacia esas zonas fronterizas de los diversos
grupos armados y del narcotráfico, quienes encuentran mucha facilidad para sus
operaciones en tan desolados y abandonados espacios terrestres. Allí los
campesinos nuestros, con la malicia y jocosidad natural del llanero, advierten
al visitante para que en las noches caminen por la sabana agachados y eviten
así que una avioneta de los carteles nos los vaya a descabezar. Así mismo,
relatan como los grupos armados colombianos se reparten discrecionalmente y
controlan amplios espacios e imponen su ley del lado venezolano, algunas veces
con la complicidad y alcahuetería de quienes deberían velar por la soberanía y
seguridad nacional.
En consecuencia. ¿Qué aspiramos como resultado de la aplicación efectiva
de los Decretos 2.015 y 2.016 para los Tres Municipios apureños? En particular
manifiesto mi anhelo en que estos 60 días sirvan para mejorar la ocupación y el
control territorial venezolano; que el accionar de los organismos de seguridad
y defensa sea para resguardar con efectividad y pertenencia nacionalista a
nuestros conciudadanos; que haya un cambio de actitud en la ética funcionarial
militar y policial tan cuestionada hoy día; que en los organismos de asistencia
social entiendan la realidad de toda esa larga y agreste región fronteriza de
721 kilómetros, donde hay venezolanos que se sienten olvidados por quienes
tienen la capacidad decisoria en la ejecución de Políticas Públicas, pues si
bien el Estado ha mejorado relativamente la atención social en los últimos
años, todavía las dificultades son muchas. También es cierta la negativa y
desgraciada actuación de todos los grupos armados colombianos, y no menos
cierto es que por lo disperso de la población y las dificultades geográficas,
en algunos funcionarios públicos perezosos se materializa el refrán: “Ojos que
no ven corazón que no siente”.
Seguramente en Quito, la capital del Ecuador, el Lunes 21 ambos
Presidentes, el Bolivariano y el Santanderista mucho se dirán y, al final,
pudieran acordar algunos asuntos que refresquen los caldeados ánimos y
disminuyan los gritos bélicos promovidos por ciertos interesados de lejanas
latitudes, esos mismos quienes acostumbran a fomentar guerras para luego de la
destrucción lucrarse sin detener sus vastas ambiciones. Sin embargo, tenemos la
convicción que el problema real, por lo complejo y su larga data, no es para
solucionarlo totalmente en un encuentro diplomático. Corresponde a quienes
somos los más afectados una mayor organización y presión social sobre los
actores y decisores; porque no creo que sea tan fácil disuadir a quienes de
civil o uniformados, encuentran la fuente de sus fortunas en el contrabando, el
narcotráfico y la delincuencia apertrechada con armas de guerra.
Santa Rosa,
Biruaca, 16/09/2015. desiderátum_apure@yahoo.com
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