jueves, 21 de julio de 2016
Las Inmarcesibles Palabras de Miranda, 200 Años Después.
Desiderátum Apureño.
Por: Oscar Adolfo
Alvarado.
“No permitáis que jamás se apodere de vuestros
ánimos el disgusto y la desesperación, pues si alguna vez dais entrada a estos
sentimientos os pondréis en impotencia
de servir a vuestra Patria”
(Francisco
de Miranda, Un breviario para el joven Bernardo O’Higgins, Londres 1799)
La frase anterior pertenece a Sebastián
Francisco de Miranda, mejor conocido como el Generalísimo Francisco de Miranda,
de quien hoy 14 de Julio de 2016, se cumplen 200 años de su muerte ocurrida en
la prisión de La Carraca, muy cerca de Cádiz, en España. Fue aquel hombre extraordinario el primero y
más destacado venezolano universal, así como el más pertinaz precursor de la
Independencia, antes de la aparición de Simón Bolívar en la escena política. La
formación intelectual hizo sobresalir a Miranda por encima de todos sus
contemporáneos, desde muy joven, a un poco menos de 21 años comenzó en España
su largo itinerario trotamundos, pues recorrió parte de África del Norte, casi
toda Europa, Asia Menor, Norteamérica y las Islas del Caribe.
La historiografía refleja que Francisco de
Miranda durante el tiempo que vivió en Londres, Inglaterra, llegó a conformar
una Biblioteca de 6 Mil títulos, entre los cuales destacaban los más
renombrados de autores del Siglo de las Luces: Voltaire, Locke, Hume, Diderot,
Rosseau, entre otros. Así mismo llegó a establecer relaciones de amistad con
muy reconocidos personajes: Juan Manuel Cajigal, Jorge Washington, Alexander
Hamiltón, Thomas Paine, Gilbert M. de La Fayette y durante su estadía en Rusia
fue uno de los predilectos de la Emperatriz Catalina, en fin, todo un personaje
que dejó muchísimos documentos de interés histórico, conocidos en un compendio
denominado Colombeia, del cual todavía se están editando tomos en nuestro
país.
Pero si bien su vida y obra es muy
importante, el espacio lo dedicamos a enfatizar lo inmarcesible de sus palabras
libertarias en nuestra contemporaneidad, donde habitamos un mundo signado por
la globalización del conocimiento y la complejidad de las relaciones
internacionales, marcadas por la supremacía de un país imperial cuyo sofisticado
potencial tecnológico - militar lo convierten en el principal opresor y
destructor de pueblos enteros.
Decía Francisco de Miranda, en 1810, con
sobradísimas razones y conocimiento de causa que: “…los Estados Unidos son
temidos y odiados como vecinos”. Situación ésta que se mantiene en el presente,
con la diferencia que el odio hacia ellos se extendió por todo el planeta.
Advertía también el precursor que: “…nada puede ser más insano y más peligroso,
que hacer advertencias a un necio”; cosa que hoy día podemos constatar en la
diatriba política que se ha levantado en varios de nuestros países
sudamericanos, en particular el nuestro. A la juventud indicaba: “La juventud
es la edad de los ardientes y generosos sentimientos (…) Pero, por otra parte, la
juventud es la época de la indiscreción y de los actos temerarios: así es que
debéis temer estos defectos en los jóvenes, tanto como la timidez y las
preocupaciones en los viejos”; es decir, allí subyace una clara apreciación de
la necesidad del equilibrio en el ser humano joven, cuando impulsado por su
natural rebeldía se propone a emprender la lucha social.
El presente nos encuentra a los
venezolanos en una polarización entre Dos grandes grupos, los unos que apoyamos
a la Revolución Bolivariana, impulsando un modo de producción que nos lleve a
construir bienestar para todos mediante la autodeterminación nacional; y, por
el otro lado quienes se oponen defendiendo y aspirando el control total del
poder político para beneficiar a las minorías, colocarse al servicio del
neoliberalismo y entregarse al capital transnacional, que destruye países
depredando sus recursos y poblaciones. Lo más patético es que si bien es cierto
la existencia de difíciles circunstancias económicas en la República, quienes se
oponen no tienen una propuesta coherente de solución, sino que expresan la
necesidad de tomar medidas antipopulares, es decir, su solución única es
afectando a las grandes mayorías para favorecer al sector empresarial de las
élites.
En ese empeño restaurador se ha conformado
una entente multinacional financiera y mediática, la cual mantiene un ataque
multifactorial contra Venezuela, profundizando en lo económico y lo político,
hechos que permiten entonces rescatar otra sentencia vigente del Generalísimo,
que dice: “Los obstáculos para servir a vuestro país son tan numerosos, tan
formidables, tan visibles; llegaré a decir que solo el más ardientes amor por
vuestra Patria podrá sosteneros en vuestros esfuerzos por su felicidad”. En
consecuencia, los que defendemos la posición de resolver los problemas, por
agudos o complejos que sean, entre los venezolanos, y no aceptar la injerencia
forastera en nuestros asuntos internos, levantaremos siempre las ideas de
revolucionarias de Francisco de Miranda diciendo hoy como él ayer: “...Nunca
reconoceremos por gobierno legitimo de nuestra patria, sino aquel que sea
elegido por la libre y espontánea voluntad del pueblo.”
Santa Rosa, Biruaca,
13/07/2016. desiderátum_apure@yahoo.com
lunes, 11 de julio de 2016
“Civilización Primitiva”.
Desiderátum Apureño.
Por: Oscar Adolfo
Alvarado.
Sin duda que nuestro título debe causar
cierta expectación y contrariedad al lector, porque civilizado se presume a
quien haya superado la condición primitiva del homínido sapiente que habita el
planeta Tierra; no obstante ese título lo hemos utilizado porque efectivamente
existen seres humanos en la actualidad nuestra venezolana, quienes aunque
caminan bípedamente, han perdido el pelambre “monoide” y viven en una época de cibernética y robótica,
lamentablemente tienen en el hipotálamo cerebral (digo yo que en ese sitio) una
“glándula” muy particular y todavía poco conocida por la ciencia, la cual segrega
una hormona generadora de conductas primitivas, cavernícolas o trogloditas, es
decir, pertenecen a la Civilización Primitiva, aunque anden alrededor nuestro.
Ciertamente nosotros hemos estado haciendo
el ejercicio de paleo antropólogos al recoger información sobre aquellos
sujetos de ambos sexos, concretamente los denominados “bachaqueros”, quienes
últimamente se han dedicado a la tarea de destrozarnos la vida revendiendo los
productos y mercancías de todo tipo a precios siderales. Son personas de
apariencia o fenotipo común o normal, pero de conducta o genotipo criminal,
especies de caníbales, verdaderos desalmados, gente sin escrúpulos y,
obviamente, incapaces de sentir un ápice de sensibilidad o solidaridad para con
alguien necesitado.
Los “civilizados primitivos” trabajan orquestados
y entre ellos podemos encontrar desde
jóvenes (o “vejucos”) de ambos sexos sin oficio conocido en el barrio,
pasando por el obrero o empleado de cualquier institución, bastantes
funcionarios uniformados de organismos de seguridad, buena cantidad de dueños
de comercios, hasta llegar a los encopetados que traen mercaderías “made in
extranjero”. En todos ellos la característica habitual es aprovechar de
adquirir a muy bajo precio, o incluso robar (que les resulta mejor) cualquier
cosa factible de vender y luego ofertarla con precios superiores al Mil por
Ciento. Por ejemplo; pueden robarse un medicamento anti – hipertensivo de la
farmacia del centro de salud y cuando a éste llega un infartado, lo ofrecen al
familiar en venta a un precio particularmente criminal, porque sabe que quien
lo necesite tan urgente pagará de cualquier forma. En todo caso, si no lo paga
y el paciente fallece, otro colega “civilizado primitivo” se encargará de
sacarle al familiar las tiras de la piel, con el precio de los gastos
fúnebres.
Estos sujetos, al decir de nuestros
abuelos, no tienen paz con la miseria, porque teniendo alimentos y medicinas en
su depósito de mercaderías, ni siquiera un famélico niño enfermo o hambriento
les ablanda el corazón de roca que tienen; pues aún siendo familiar de ellos,
no se lo venderían de ningún modo a bajo precio y regalárselo jamás sucedería.
Prefieren dejarlo morir y luego echarle las pestes al gobierno en sentido
general. El colmo es que en la cofradía de “civilizados primitivos” la
militancia política nada tiene de importancia. Los hay de derecha, de centro,
de izquierda, “ambidiestros”, además de los extremos también.
Pudiera ser que la valoración de nuestros
lectores estime que el sarcasmo no es la mejor o más idónea forma de referirse
a la desgraciada situación que padecemos en el presente los que tratamos de
llevar una vida normal, común y corriente. Cosa que es correcta pensarla así,
pero afortunadamente estamos absolutamente seguros que a esta altura no debe
existir en Venezuela ni un solo ciudadano trabajador, quien no haya sido
víctima de ese tipo de malos ciudadanos, más bien de criminales ciudadanos,
quienes andan estafando a los demás,
aprovechándose de la necesidad ajena y profundizando la escasez, el
contrabando interno y la inflación.
No es sarcasmo llamarlos de tal manera,
porque es inaceptable que en un país de tantas posibilidades materiales y tanto
talento humano, la gente honesta tenga que soportar estoicamente la espera en
una larga cola para adquirir un alimento, una medicina o un producto
cualquiera, pero que entonces cuando llega lo necesitado, se aparece un grupo
de bandidos con o sin uniformes, prevalidos de armas ilegales o reglamentarias,
a llevarse las cosas por montones para ir a revenderlo en otros lares, mientras
los demás quedan impotentes, enardecidos y desesperanzados sin poder comprar lo
que necesitan.
Este problema es muy difícil de resolver,
porque además que forma parte de una estrategia para intentar acabar con el
gobierno, tal y como la utilizaron en la república de Chile cuando Salvador
Allende fue Presidente, aquí una parte de la población perdió todo vestigio de
valores humanos porque se acostumbró a la dádiva, la vida fácil y el derroche,
posibilitado por la renta petrolera que dio y dio hasta más no poder para
mantener el clientelismo, el despilfarro y la corrupción. Sumado a todo lo
anterior, la anarquía y la delincuencia han rebasado la posibilidad resolutiva
de los organismos competentes, así como dentro de los mismos también la
corrupción corroe aceleradamente los soportes de moral que pudieran existir.
Tales casos son reseñados en la prensa a diario para certificar tal realidad y
no quedar nosotros por manipuladores, exagerados o mentirosos.
Manifestar todo lo anterior no implica la
renuncia a las convicciones y aspiraciones que tenemos por un mundo mejor, muy
por el contrario, para intentar resolver uno o varios problemas que están
patentizados en la realidad cotidiana, se hace imprescindible reconocer que
existen, valorar su impacto en la sociedad, exponer criterios sinceros ante los
afectados y estar dispuestos al debate creador, el análisis conjunto y
construir colectivamente las propuestas de solución necesarias. Porque creerse
dueño de las verdades y barrer por encima dejando la basura bajo la alfombra o
escondida en el rincón apartado, es tan igual como creer en las tonterías de la
vanidad que con el maquillaje o la cirugía estética se detendrán los efectos
del tiempo sobre el cuerpo, en la misma manera que ocultan circunstancialmente
las pecas y las arrugas… (Santa Rosa,
Biruaca, 06/07/2016).
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