viernes, 18 de marzo de 2016
¿Casas de Luz u Oscurana del Conocimiento?
Desiderátum Apureño.
Oscar Adolfo Alvarado.
Recientemente
hemos visto en el Estado Apure ciertas manifestaciones de los jóvenes
estudiantes, de algunos núcleos de universidades nacionales, solicitando diversos
requerimientos que van desde aspectos de infraestructura, pasando por
dotaciones hasta llegar al asunto del transporte interno o propio de cada
Institución académica. También han incorporado el propósito de cambiar los
actores que dirigen o regencian dichos recintos. Esto no es nada nuevo y
seguramente tampoco serán las últimas protestas o reclamos de las comunidades
universitarias desde dentro y hacia fuera de los espacios de clases.
Las
protestas o manifestaciones universitarias han sido y son muy comunes en los
países latinoamericanos y resto del mundo, así como también sucede que en la
mayoría de los casos de las disputas por el control del poder político los
estudiantes son protagonistas, algunos muy conscientes y otros ingenuamente o
manipulados, pero en definitiva han sido y seguirán siendo partícipes de la
dinámica político – social por Dos principales razones: Una porque son una
importante masa de seres humanos cuya actuación impacta la opinión en las
calles; y, la otra porque se supone que en la comunidad universitaria están los
más avezados actores de las comunidades, además que la natural rebeldía juvenil
es un “explosivo” manipulable, bastante útil y de muy bajo costo.
Tan cierta es la utilidad de los jóvenes universitarios en la querella
por el control político, que en cada espacio académico existen los movimientos estudiantiles
representantes o filiales de las organizaciones político-partidistas de las
distintas corrientes principales: Izquierda y Derecha, así como sus derivaciones
anarquistas regionales o locales. En definitiva son actores imberbes de cuya
masa se irán decantando y surgirán los liderazgos que luego estarán
sustituyendo a futuro los protagonistas actuales de la pugna gubernamental.
Viendo en retrospectiva general el caso venezolano podemos destacar las
luchas de la juventud patriótica contra la Colonia española, cuya figura
descollante fue Simón Bolívar, su Excelencia El Libertador; tiempo después la
resistencia contra la Dictadura y la muy recordada generación del 28; la Unión
Patriótica en la caída de Pérez Jiménez; la lucha armada de la década del 60 y
la juventud universitaria que acompañó al Comandante Chávez en 1992 y siguió
apoyándolo mucho tiempo después. Pero igualmente son protagonistas los que realizaron las violentas
protestas contra Chávez en su tiempo y más recientemente contra Nicolás Maduro,
quienes también son jóvenes y entre los cuales hay muchos estudiantes.
La
gran mayoría de las veces cuando las protestas universitarias surgen con mayor fuerza
y carga de violencia es porque hay cerca un proceso electoral o porque la
disputa por el control político se acrecienta, lo más lamentablemente es que en
nuestras universidades ha venido decayendo el nivel del debate político - ideológico,
particularmente porque pareciera que entre aquellas generaciones del pasado los
dirigentes de Izquierda y de Derecha se preparaban mejor y sus niveles
intelectuales exigían de más profundidad o erudición para la confrontación con
los adversarios, mientras que en el presente la imitación, el copiar y pegar,
el retuiteo y el reenvío por facebock de contenidos digitales, elaborados a tal
propósito, hacen inútil y superfluo el análisis situacional y la
caracterización objetiva de las realidades.
Ayer, el 21 de Junio de 1918, la Juventud Argentina de Córdoba se
dirigía en un manifiesto a los hombres libres de Sudamérica, exponiendo: “Las
universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta
de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor
aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron
la cátedra que las dictara.” hacían ellos referencia al exagerado carácter
clerical y refractario de la universidad en aquel entonces. Agregaban en el
mismo documento, puntualizando aquellos jóvenes del extremo Sur de nuestro
continente, algo que en este presente tiene mucha vigencia y que personalmente
recomiendo asumir a los jóvenes universitarios de Apure: “La única actitud silenciosa, que
cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que
experimenta para crearla o comprobarla.” (…) “Si no existe una vinculación
espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por
consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que
aprenden.”
Si bien ayer como hoy la juventud siempre debe elevar su voz de protesta
y reclamos cuando sienten o presumen que la casta dirigente intenta obscurecer
los espacios universitarios, la juventud también debe tener suficiente
conciencia para no autodestruirse permitiendo que su liderato tome decisiones
erróneas y actuaciones que impidan la difusión de la Luz en la casa destinada a
emitirla. Cerrar totalmente una universidad es amputar al debate o temerle
asumirlo, además de evitar que el pensamiento se exprese. Particularmente a los
que se dicen revolucionarios de izquierda, pero también para los adversarios de
la derecha recalcitrante, les dejo una frase reiterativa pero muy ilustrativa
del “Che” Guevara, quien decía: “O
nosotros somos capaces de destruir con argumentos las ideas contrarias, o
debemos dejar que se expresen. No es posible destruir ideas por la fuerza,
porque esto bloquea cualquier desarrollo libre de la inteligencia.”
jueves, 3 de marzo de 2016
CRISIS DE VALORES
Desiderátum Apureño.
Oscar Adolfo Alvarado.
Nuestro presente nacional está
signado por un conjunto de problemáticas y necesidades cuyos efectos sobre la
ciudadanía mantiene crispado el estado de ánimo en las grandes mayorías. La dificultad
de adquirir cómodamente bienes y servicio implica la ocupación de mucho tiempo
en la consecución de lo requerido, así como la carestía de los mismos genera
iracundia, porque cada expendedor fortuito le coloca a los productos el precio
que mejor le parece su particular albedrío del momento. En fin, estamos
imperativamente expuestos a ser víctimas de los nuevos mercachifles usureros
denominados bachaqueros, esa abominación social que de la noche a la mañana se
reprodujo exponencialmente para desgracia general de los venezolanos.
De tal realidad muchos
augures pretenden calificar el momento
como la peor crisis de la República y difundir la tesis del caos apocalíptico
que, a su colérico juicio, ameritaría convertir en carne molida todo mortal identificado
con el gobierno nacional de turno. Ese escenario toma mayor temperatura cuando
el común de los habitantes se entera por medios de comunicación masivos, de las
acciones corruptas cometidas por altos y medianos funcionarios públicos
–civiles, policiales o militares- enriqueciéndose a costa del sufrimiento de
los que deberían ser beneficiarios de las políticas públicas, es decir, el
pueblo venezolano.
En ese ambiente de ignominia o
corruptelas administrativas de unos cuantos, los interesados políticos inculpan
a “tirios y troyanos”, “Moros y Cristianos”, “justos y pecadores”, es decir, se
le acreditan las vagabunderías de unos pocos a la totalidad de quienes nada
tienen que ver en el o los asuntos. De tal manera que día a día, por eso del
aforismo que dice: “una mentira repetida cien veces se convierte en verdad”, el
malestar se multiplica trasmutando en odio visceral cuyos arbitrios dictaminan
la sentencia para los inocentes, quienes por cierto deberán cargar la culpa que
a otros corresponde.
En consecuencia de todas estas
realidades actuales los actores con aspiraciones de tomar espacios de gobierno,
dedican mucho tiempo a sus disertaciones anodinas donde apuntalan la tesis
interesada del gran caos, crisis aterradora y túnel sin salida. Nociones estas
que por carecer de sensatez, reflexión y cordura, además de estar inducidas por
el resentimiento y reconcomio, carecen de sustentación histórica aunque son
expuestas con petulancia argumental y engreimiento ilustrado.
Al respecto, como yo tampoco
puedo adjudicarme la propiedad y registro de la patente o licencia de las
verdades exclusivas, me permito recomendar a opositores y oficialistas, a ricos
y pobres, crédulos e incrédulos, blancos y negros, en fin a todos, la lectura
de un modesto ensayo titulado: Mensaje Sin Destino, cuyo autor es Mario Briceño
Iragorry, Trujillano, nacido
el 15 de septiembre de 1897 y fallecido en Caracas, el 6 de
junio de 1958, quien fue abogado, historiador, escritor, diplomático
y político venezolano cuyos restos fueron llevados al Panteón Nacional el 6 de marzo de
1991.
Ese trabajo fue escrito el 11 de Septiembre de 1950 (hace casi 66 años),
publicado en varias ediciones y está disponible gratuitamente en Internet (http://www.saber.ula.ve/ bitstream/123456789/30551/1/ articulo14.pdf).
En dicho ensayo dice algunas de estas cosas:
“(…) me duelo de que,
por carencia de un recto y provechoso sentido histórico de la venezolanidad,
hubiéramos preferentemente utilizado los recursos petroleros para satisfacer
bajos instintos orgiásticos, antes que dedicarlos a asegurar la permanencia
fecunda de lo venezolano, y ello después de haber olvidado ciertos compromisos
con la nación para mirar sólo a la zona de los intereses personales.” Esta cita
es demostrativa que el problema de las consecuencias negativas de la renta
petrolera no es nuevo y tampoco el peor momento. Más adelante puntualiza: “(…)
Pongo énfasis al decir que nuestro empeño de olvidar y de improvisar ha sido la
causa primordial de que el país no haya logrado la madurez que reclaman los
pueblos para sentirse señores de sí mismos.” Allí recalca una verdad
que todavía tiene vigencia catedrática y es una reflexión que hemos repetido
sin cesar, pero que muchos decisores embriagados de arrogancia nunca han
querido escuchar.
Estas Dos citas forman parte del prólogo
en la edición publicada en Septiembre de 1951, al adentrarse en el contenido
encontrarán expresiones que parecieran referirse al presente de nuestro país,
pero como este espacio no permite disertar una ponencia, dejo la recomendación
hecha de su lectura y me atrevo a insistir en asegurar que nuestra situación
actual es más una crisis de valores que una crisis económica, y por ello hago
mías las palabras de Iragorry para invitar a la sensatez de los análisis y
buscar el sendero de la tolerancia para resolver los asuntos que hoy nos
agobian a todos, así diremos como él: “Entonces podrá hablarse de concordia y
reconciliación cuando los venezolanos, sintiendo por suyos los méritos de los
otros venezolanos, consagren a la exaltación de sus valores la energía que
dedican, a la mutua destrucción, y cuando, sintiendo también por suyos los
yerros del vecino, se adelanten, no a pregonarlos complacidos, sino a colaborar
modestamente en la condigna enmienda.” (Santa
Rosa, Biruaca, 03/03/2016).
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