Desiderátum Apureño.
Oscar Adolfo Alvarado.
Absolutamente convencido estoy que el
título de este trabajo de opinión requiere de un tomo bibliográfico completo
para tratarlo con mediana dedicación; sin embargo, esta no es la ocasión ni el
medio para hacerlo, por lo cual aportaremos ahora algunas muy resumidas
inquietudes que, a nuestro juicio, contribuyen a seguir debatiendo sobre un
asunto que es de interés general. A tal fin traigo al presente un comentario de
Don Simón Rodríguez, el Adalid del Pensamiento Americano, quien decía: "Acostúmbrese al niño a ser veraz, fiel, servicial, comedido, benéfico,
agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado; a
respetar la reputación y a cumplir con lo que promete. Y déjense las
habilidades a su cargo; él sabrá buscarse maestros, cuando joven".
Pues bien en esas apenas 41 palabras, el
Maestro Rodríguez, resume lo que tardaría muchos años de esmerado cuidado familiar
y de educación ciudadana para con un niño hasta su adolescencia. En esas
palabras, cuyo contexto histórico es relativamente lejano, interpretamos que la
educación más importante es aquella que proviene de la escuela de la vida, es
decir, en nuestra familia y el entorno cultural donde nos desarrollamos. Por
algo David Ausubel identificó que la edad de 0 a 7 años es la etapa de los
aprendizajes significativos y muchos otros teóricos, de la Psicología de la
Educación, han contribuido al estudio de las estructuras cognitivas del ser
humano en su evolución dialéctica. En consecuencia hacer un análisis del
problema educativo centrándolo en una o muy pocas de las variables que inciden
sobre la totalidad del hecho, puede resultar en conclusiones simplistas o
cuando menos sesgadas hacia lo que serían las particulares convicciones de
quien hace la crítica, bien sea académica, política, o religiosa inclusive, que
conduce a conclusiones dogmáticas.
Obviamente que estas opiniones nuestras
tampoco tienen la patente de la verdad absoluta, pero sin duda que sobre la problemática
educativa actual de nuestro país inciden, entre otros factores: la familia, en particular los
progenitores, pues en ella se aprenden y acrisolan los valores que nos
acompañarán siempre; los Docentes,
porque en su idoneidad y vocación profesional hay bastante responsabilidad; El Estado, pues la educación es
un aparato ideológico cuyos objetivos estarán determinados por las
orientaciones filosóficas de quienes tienen el Poder Político, así ha sido
durante el devenir histórico y negarlo es una necedad. Además de estos tres
anteriores, donde quizá está lo medular, vienen otros que se derivan de los
primeros: La Infraestructura y Dotación de las instituciones escolares; el uso
adecuado y óptimo de la tecnología; Los servicios externos complementarios o
auxiliares (bibliotecas, infocentros, laboratorios, espacios para prácticas de
campo, entre otros) y un factor que no les gusta mencionar a muchos es: los
días efectivos de actividad académica durante el año escolar, según un estudio publicado
en internet, no menos de 50 días se van en cualquier otra cosa que para nada
aprovechan los alumnos.
En cuanto a la violencia en las escuelas
es absurdo y simplista atribuirle su origen principal al discurso de uno o varios
de los funcionarios públicos que dirigen el Gobierno, si ese fuese el caso,
absolutamente toda la población andaría dándose garrotazos o convertidos en
homicidas, porque actualmente casi la totalidad de las familias poseen aunque
sea un televisor, una radio o un teléfono móvil, con los cuales acceder a los
supuestos mensajes estimuladores de violencia. No descubro la forma de tibiar
el agua al decir que gente mala hay en todas partes, aún en las más refinadas
familias puede surgir un muérgano que le amarga la existencia a los otros. En
ello mucho se depende de la crianza y del contexto cultural del habitad.
Afirmar por otra parte, que la religión es
la inquebrantable institución para la idoneidad educativa, es ser ingenuo y
desinformado; basta nada más ver las noticias reiteradas de Curas pederastas,
Pastores libertinos, Rabinos pervertidos o algunos Mullah pérfidos, en fin, en
cualquier religión también pueden tener entre sus cofrades, unos cuantos que
son la vergüenza de la especie humana, por fortuna, no son la mayoría, pero sin
duda existen. Así como también es cierto, que ser escéptico religioso -o ateo-,
tampoco es credencial de perfección ciudadana.
La problemática educativa requiere del
interés general de la población si realmente deseamos ver desarrollada la
nación y en ella debemos involucrarnos
absolutamente todos para buscar métodos y mecanismos de solución, especialmente
para resolver las recién exacerbadas manifestaciones de violencia infantil y
juvenil, que encuentran su estímulo y apología en los medios de comunicación
ordinarios, particularmente en la televisión, así como en las redes sociales de
masivo y casi obsesivo uso cotidiano.
Mirar para los lados haciéndose los “musiuos” porque supuestamente no es
nuestro problema, o peor, achacárselo exclusivamente a otros para jactarnos de
sesudos analistas en medio de nuestros dogmas, merece el repudio colectivo,
pues a la educación se le pretenden achacar todos los males del mundo pero muy
pocos de los que la critican severamente han aprovechado de beber en la fuente
de la sabiduría y llevar consigo el cántaro lleno para calmar la sed de los
sedientos que transitan el desierto de la ignorancia. (Santa
Rosa, Biruaca, 10/06/2015). desiderátum_apure@yahoo.com
Disponible
en: http://oscaralvaradopcv.blogspot.com/
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