viernes, 13 de marzo de 2015

¡Otra vez ladran..! Los Perros de la Guerra


Desiderátum Apureño.



Oscar Adolfo Alvarado.
    
     Sin ninguna duda podemos asegurar que, en la historia de la humanidad, jamás ha existido -ni existe- un imperio más criminal o asesino que el de los Estados Unidos del Norte de América. Obviamente ninguno de los anteriores ha logrado su establecimiento imperial repartiendo caricias y obsequiando caramelos, pues para adquirir su supremacía han debido invadir territorios, así como someter a los pueblos diezmándolos a la fuerza, es decir, a sangre y fuego. Sin embargo, comparándolos desde el imperio bizantino hasta el británico y este de norteamérica, el caso de los gringos supera cualquier nivel o categorización de la crueldad.

     Es tanta la sed de sangre de los imperialistas norteños que, en su ley fundamental, tienen una enmienda que otorga el derecho de adquirir y poseer armas de fuego a cualquiera de sus ciudadanos. Con tal derecho un sujeto cualquiera -si tiene los recursos económicos- puede comprar libremente desde un chopo rústico, pasando por una ametralladora, hasta hacerse dueño de un tanque de guerra. Es una nación cuya principal cultura está inspirada en la beligerancia, la cual se les inculca a los niños desde la propia escuela y se les afianza en sus cerebros a través de los medios de comunicación; sucede entonces que cada  estadounidense queda “programado” mentalmente para el crimen y por tanto anhela el uso regular de las armas contra otros seres humanos, particularmente contra los que tienen color de piel distinta, indígenas, latinos, asiáticos y negros.  

    Si miramos las antiguas películas de vaqueros podemos denotar como los primeros colonos del Norte de América, quienes llegaron en Noviembre del año 1620, a las costas de lo que hoy en día es Provincetown (Massachusetts), a bordo del Mayflower, fueron posesionándose de los territorios de los indios de distintas tribus y etnias, cazándolos y exterminándolos en la misma forma que lo hicieron con los bisontes o búfalos americanos. El colmo fue que en esas películas los malos eran los indios y los buenos el ejército montado. Nació así la primera escuela masiva para la divulgación y formación de la cultura del crimen gringo, la cual fue sistemáticamente distribuida por Hollywood en su población y el resto del mundo.  

     Así pues, que si alguien cree en el fulano sueño americano, de que en “gringolandia” todo es una maravilla, revise un tantito su historia y si es medio flojo para leer revise al menos ligeramente los últimos Cien años. Tanta es la voracidad criminal de los imperialistas que un 11 de Septiembre llegaron a provocar la muerte de más de 5 Mil de sus propios paisanos, derribando Dos inmensos edificios, para sencillamente justificar la declaratoria de guerra contra varios países árabes donde el petróleo casi emerge metiéndole el dedo a la tierra. Si alguno duda de estas cosas, entonces pregúntele a los mexicanos cómo es que les quitaron tres estados, uno de los cuales (Texas) es su principal productor de petróleo; indague lo que ha pasado en Cuba, Haití, Guatemala, Honduras, Panamá, Chile, Brasil, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, entre otros; y muy recientemente nuestra Venezuela en 2002. Así se encontrará que las etiqueta del origen de todas las desgracias nacionales tiene la marca: “Made in USA”.
     La cultura imperial no tiene límites, cuando no encuentran con quien satisfacer su sed de sangre, cualquier loco sale a la calle con un arsenal de armas, se mete en una universidad o colegio y asesina a un grupo de inocentes… eso se olvida rápido y al tiempito vuelve a suceder otro crimen similar; así es la locura de esa gente. Allí es tan normal es el uso indiscriminado de armas de fuego, que esta semana han dispuesto en sus centros comerciales unas maquinitas expendedoras de balas, es decir, cualquier lunático que requiera la logística para ir a matar, simplemente con unas monedas compra la ración de plomo de la misma forma que compran una bebida enlatada o una galleta.

     En una oportunidad le escuché decir al cantautor Enrique Aguirre Contreras, mejor conocido como El Canario, lo siguiente: “Hay locos que no son locos; y hay locos que locos son. Pero hay locos que hacen locos a los que locos no son”. Bueno, tampoco tengo dudas que en nuestra Venezuela, luego de la peligrosa amenaza del presidente gringo, hay unos cuantos que se hacen los locos y hay otros locos que nos quieren tomar por locos a los que nada de locos tenemos. Los gobernantes gringos son mercaderes de armas de fuego y la guerra es su más lucrativo negocio. A ellos no les interesa si con una o varias bombas achicharran niños, adultos o ancianos, tampoco discriminan si militan en uno u otro partido político, menos si caen sobre escuelas, hospitales, iglesias o asilos de ancianos, para ellos es solamente un “efecto colateral”, es decir, parte del costo de producción.     

     Así pues que estamos en el preámbulo de una inminente agresión militar por parte de los Estados Unidos del Norte de América, la mayor potencia militar del mundo, la misma que cada vez que ha hecho una declaratoria como la recién expresada por su presidente contra Venezuela, al poco tiempo ha encendido la vorágine infernal que destruye y arrasa con vidas y bienes para luego de la destrucción, posesionar sus emporios industriales y hacer los grandes negocios de la reconstrucción, así como asentar sus colonias mediante gobiernos sumisos y lacayos.

     Entonces, Otra vez ladran los perros de la guerra, esta vez en la puerta de nuestra casa nacional; tales animales son muy feroces y poderosos como para poder detenerlos con la fuerza y empeño de un solo individuo. Se impone en todos los venezolanos asumir la conciencia que nuestros asuntos internos los resolvemos entre nosotros, con los elementos que nos otorgan las leyes y la democracia. La única forma de detenerlos es unirnos en medio de la diversidad y cerrar filas por la Paz y la tolerancia. Si no lo hacemos ahora, lo más seguro será la guerra invasora con todo un rio de sangre y la secuela de una destrucción inimaginable en la historia de nuestra gran Nación.

     Allí está la historia de lo que han hecho y lo que están haciendo los norteamericanos en el mundo de hoy. Que cada venezolano se mire en su propia conciencia y asuma la decisión pertinente. Detener la guerra y seguir en medio de nuestras contradicciones pero en Paz, o, ser cómplices activos o silentes y entregarse a la guerra, muchos otros a la resistencia por no sabemos cuánto tiempo… Esperemos que triunfe la Paz.            
   
(Santa Rosa, Biruaca, 12/03/2015).  desiderátum_apure@yahoo.com

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