viernes, 13 de enero de 2017
LOS CONSEJOS DE DON QUIJOTE.
Desiderátum Apureño.
Oscar Adolfo Alvarado.
A poco de
concluir el 2016, en ese intercambio diverso que se produce a través del WhatsApp, recibí del fraternal amigo
Francisco Javier Loreto un video donde se le hacía homenaje a los Cuatrocientos
años de la publicación del “Don Quijote
de la Mancha”, obra tragicómica, singular y representativa de la literatura
universal. El video consiste en la lectura que se hace del Capítulo 42, Titulado:
“De los Consejos que dio Don Quijote a
Sancho Panza antes que fuese a Gobernar la Insula, con otras cosas bien
consideradas.”
Pues bien,
para quienes primeramente leímos fragmentos de esa magistral obra por
obligación académica en los estudios de media diversificada y más tarde (ya por
interés literario) pudimos completar la lectura de tan voluminoso contenido,
realmente fue grato traer a la memoria cosas que, de verdad, ya no recordábamos,
aún cuando en los primeros años de la Revolución Bolivariana participámos en la
distribución masiva de 5 Millones de un tomo con la versión adaptada del Don
Quijote.
Ahora para los
jóvenes que aún no han leído la obra vale identificar que Don Quijote, o el
caballero de la triste figura, como suele llamarsele también, era el principal
personaje caracterizado por un flacuchento hombre alocado cuya manía fue la de
ser Caballero Andante y por tanto, sus alucinaciones hacían que por donde
quiera miraba un enemigo, su cabalgadura era un famélico caballo de nombre
Rocinante, soñaba con su mujer adorada: Dulcinea Toboso; mientras que Sancho
Panza fue un campesino bastante pequeño, recordete, tosco y ambicioso, quien fuese
(montando en un borrico) de acompañante de Don Quijote, haciendo las veces de Escudero,
con aspiraciones de ser Gobernador de una Ínsula. Así pues que con esas cartacerísticas
pueden imaginarse -los que no lo han leído- la muy particular imagen de los Dos
personajes cabalgando juntos.
Obviamente lo
dejamos allí para que los inquietos busquen el texto completo y disfruten de su
muy denso y largo contenido pero provechosa lectura, porque voy solamente a
citar textualmente algunos de los consejos de Don Quijote a Sancho Panza, los
cuales seguramente son muy provechosos en el presente año electoral para muchos
otros “Sancho Panza” quienes andan
por allí de “escuderos” de otros tipos que no se han dado cuenta (o se hacen
los locos) de su triste figura (Política) y andan cual el otro de La Mancha,
como alocados caballeros andantes, con Rocinante incluido… Dice la cita textual
lo siguiente:
“(…) En esto llegó don Quijote
y, sabiendo lo que pasaba y la celeridad con que Sancho se había de partir a su
gobierno, con licencia del duque le tomó por la mano y se fue con él a su
estancia, con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio:
—Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que antes y primero que
yo haya encontrado con alguna buena dicha te haya salido a ti a recebir y a
encontrar la buena ventura. Yo, que en mi buena suerte te tenía librada la paga
de tus servicios, me veo en los principios de aventajarme, y tú, antes de
tiempo, contra la ley del razonable discurso, te vees premiado de tus deseos.
Otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan
lo que pretenden, y llega otro y, sin saber cómo ni cómo no, se halla con el
cargo y oficio que otros muchos pretendieron; y aquí entra y encaja bien el
decir que hay buena y mala fortuna en las pretensiones. Tú, que para mí sin
duda alguna eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna,
con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más
te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. Todo esto digo, ¡oh
Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que
des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a
la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante.
Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está, ¡oh hijo!, atento
a este tu Catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y
saque a seguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte, que los
oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de
confusiones.
»Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la
sabiduría y siendo sabio no podrás errar en nada.
»Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti
mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte
saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si
esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de
haber guardado puercos en tu tierra.
»Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir
que vienes de labradores, porque viendo que no te corres, ninguno se pondrá a
correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio.
Inumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos, han subido a la suma
dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos
ejemplos, que te cansaran.
»Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos
virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que padres y agüelos tienen
príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la
virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.
»Siendo esto así, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en
tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni le afrentes, antes le has
de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que
nadie se desprecie de lo que él hizo y corresponderás a lo que debes a la
naturaleza bien concertada.
»Si trujeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a
gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala
de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto
suele perder y derramar una mujer rústica y tonta.
»Si acaso enviudares, cosa que puede suceder, y con el cargo mejorares de
consorte, no la tomes tal que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del
“no quiero de tu capilla”, porque en verdad te digo que de todo aquello que la
mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal,
donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere
hecho cargo en la vida.
»Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los
ignorantes que presumen de agudos.
»Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia
que las informaciones del rico.
»Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como
por entre los sollozos e importunidades del pobre.
»Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor
de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del
compasivo.
»Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva,
sino con el de la misericordia.
»Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las
mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso.
»No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en
ella hicieres las más veces serán sin remedio, y si le tuvieren, será a costa
de tu crédito, y aun de tu hacienda.
»Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus
lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo
que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus
suspiros.
»Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta
al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
»Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable,
sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto
fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y
clemente, porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más
resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.
»Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días,
tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus
hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y
beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de
la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas
manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son
documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para
adorno del cuerpo."
He allí pues
un interesante contenido que sin duda deja las ganas de comentar mucho al
respecto, pero mejor es buscar el texto completo y disfrutarlo, luego
compartirlo para el análisis. Esa es nuestra intención junto con la de promover
la lectura también, lo cual invita a la reflexión sobre hechos presentes en la
contemporaneidad nuestra-venezolana. Leánlo y cada cual realice su propia
apreciación.
Santa Rosa, Biruaca, 12/01/2017 desideratum_apure@yahoo.com
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